El 23 de septiembre de 2024 falleció Haydée Palacios Vivas, y Nicaragua perdió a una de sus figuras más queridas y emblemáticas de la cultura, una maestra y referente de la danza folklórica en el país centroamericano.
En el recuerdo y en la nostalgia, su nombre aún resuena como un símbolo de dedicación y amor por el folklore. En Masaya, nació y floreció su talento, parece aún resonar con los pasos y los ritmos de las danzas que Palacios elevó a un arte universal.
En este primer mes sin ella, las calles de Masaya y los corazones de muchos nicaragüenses amantes de su talento sienten un vacío, pero también una vibrante gratitud por todo el legado a su país.
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ToggleHaydée Palacios la niña que bailaba en las fiestas populares se convirtió en folklorista reconocida
Nacida el 21 de noviembre de 1945, Haydee creció rodeada de los sonidos y colores de Masaya. Su madre Haydée Vivas, le inculcó el amor por la danza; su padre, Dagoberto Palacios, abogado y protector, veía con desconfianza su inclinación artística. Pero la pequeña Haydée fue inquebrantable a su pasión por la danza destacándose en las festividades locales.
Pronto, el talento y la pasión que demostraba hicieron evidente que ella estaba destinada a llevar la danza nicaragüense más allá de los límites de su ciudad natal.
La carrera de Palacios despegó oficialmente en 1970 con la fundación de Ballet Floklorico Haydée Palacios. Lo que empezó con un grupo de estudiantes de Ramirez Goyena se transformó en un colectivo cultural que atravesó fronteras.
Bajo su dirección de Palacios , Nicaragua se llenó de orgullo en escenarios de Estados Unidos, Canadá, España, y otros países, donde su talento y sus bailarines hicieron vibrar a cada espectador. La danza “Los Agüizotes de Masaya” fue su obra maestra, un rescate cultural que personifica el espíritu y la identidad de su tierra.
Visionaria y líder cultural
Haydée Palacios no solo fue bailarina, sino también una ferviente promotora de la educación artística. Gracias a su perseverancia, la danza folklórica fue reconocida como parte fundamental del sistema educativo en los años 80.
Su proyecto “ Rescate, promoción y difusión del Folklore a través de la educación secundaría” es recordado como uno de sus mayores logros. La enseñanza para ella era un arte en sí misma, y su mensaje llegaba a niños y jóvenes en quienes veía una nueva generación de guardianes culturales.
pero su visión de la danza no conocía barreras . Creó el primer ballet folklórico para niñas y niños, también un grupo de danza para personas sordas, demostrando que el lenguaje de la cultura puede alcanzar a todos, sin importar las diferencias. Este baile, que fue recibido con aplausos en Honduras, es prueba de su compromiso con una cultura inclusiva y accesible.
Reconocimientos y el corazón de un pueblo
A lo largo de su vida, Palacios fue honrada con premios y distinciones que celebraban su talento y dedicación. La Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío y las llaves de la ciudad de Miami en 1994 destacan entre los numerosos reconocimientos que recibió. Fue también declarada ciudadana ilustre de Masaya, la Capital del Folklore Nicaragüenses, en 2015, un título que resuena en cada espacio cultural de su querida ciudad.
En cada ensayo de su ballet, en cada paso que produce los movimientos de “Las Inditas de Canastos”, en cada coreografía que celebra los colores de Nicaragua, vive el legado de Haydée Palacios Vivas. Su misión de rescatar y preservar el folklore se convirtió en la misión de toda una nación, y su amor por la danza sigue latiendo, incansable, en los corazones de todas las personas a quienes enseñó.
La presencia física de la maestra hace falta a más de un mes de su fallecimiento. Pero mientras haya niñas y niños que aprendan a bailar y adultos que lleven a sus hijos a ver los bailes de Masaya, el espíritu de Haydée Palacios seguirá presente, haciendo bailar a Nicaragua.