La secretaria general de Amnistía Internacional (AI), Agnès Callamard, aseguró este domingo que el pueblo de Siria finalmente puede «vivir sin miedo», tras el derrocamiento del presidente Bashar al Asad.
«Después de más de cinco décadas de brutalidad y represión, el pueblo sirio finalmente podría tener la oportunidad de vivir sin miedo y con sus derechos respetados», dijo Callamard en una declaración distribuida a la prensa.
Callamard subrayó que bajo el régimen del mandatario derrocado y de su padre Hafez al Asad, los sirios han sufrido una serie de violaciones de derechos humanos que incluyen ataques con armas químicas, barriles explosivos y otros crímenes de guerra, así como asesinatos, torturas, desapariciones forzadas y exterminios que constituyen crímenes de lesa humanidad.
La responsable de AI instó a las fuerzas opositoras a romper con la violencia del pasado y a centrarse en la justicia, no en la venganza, y pidió a todas las partes del conflicto que respeten plenamente las leyes de la guerra.
Callamard enfatizó que cualquier medida para avanzar debe basarse en los principios de justicia, rendición de cuentas y no repetición, y que los responsables de violaciones graves de derechos humanos deben ser investigados y procesados en juicios justos sin posibilidad de pena de muerte.
Añadió que para las familias de los miles de desaparecidos forzados en Siria, la liberación de detenidos de diversas prisiones, incluida la prisión militar de Saydnaya (cerca de Damasco), ofrece la esperanza de conocer el destino de sus parientes.
Subrayó que es crucial preservar los registros de las prisiones y otros documentos que puedan proporcionar pruebas críticas sobre el destino de los desaparecidos y ser utilizados en futuros juicios.
Por otra parte, Callamard hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que centre las voces sirias en esta transición y apoye a las víctimas de las violaciones del régimen de Asad para asegurar justicia y reparaciones.
El régimen de la familia Al Asad, que gobernó el país árabe desde 1971, colapsó este domingo a manos de los insurgentes, la mayoría islamistas, liderados por el Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe), que tomaron Damasco sin apenas resistencia tras 12 días de ofensiva.
Bashar al Asad huyó del país en un avión «especial», según la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos, y se desconoce su paradero, mientras que el Mando de Operaciones Militares de la coalición de grupos islamistas y proturcos responsable de su caída proclamaba Damasco «libre del tirano Bashar al Asad».
El Ministerio de Exteriores de Rusia aseguró en un comunicado que al Asad abandonó el país tras sostener negociaciones con varios participantes del conflicto armado.