Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
El rivense Edwin Exai Mejía Aburto, de 24 años, podría sumarse a la lista de condenados a prisión perpetua revisable, por el femicidio de su ex cónyuge Reyna Aragón Zamora, ocurrido el pasado 22 de marzo en la comunidad San Benito, del municipio de Tipitapa departamento de Managua.
Mejía fue declarado culpable el pasado 22 de agosto por la jueza de Distrito Penal de Juicio de Tipitapa, Victoria López Urbina y tras el fallo de culpabilidad, la fiscalía solicitó prisión perpetua, revisable.
Desde esa fecha Mejía Aburto, permanece en prisión preventiva en las celdas del Sistema Penitenciario «La Modelo» en Tipitapa, a la espera de la lectura de la sentencia que le impondrá la jueza.
Con las pruebas aportadas en juicio, la fiscalía demostró que Mejia asesinó a su pareja entre las 10 y las 11 de la mañana del 22 de marzo, en una propiedad ubicada frente a la casa donde ella habitaba con sus padres, en el barrio ciudad de Dios de la comunidad de San Benito.
Fátima del Carmen Barrera, madre de la víctima, declaró en el juicio que ese día, su hija salió de la casa a eso de las 9:30 de la mañana, con dirección a la propiedad donde fue asesinada por Mejía. La madre de la víctima explicó que ellos se encargan de cuidar dicha propiedad y por esa razón no le resultó extraño que su hija se cruzara, pero al ver que no regresaba se preocupó y la fue a buscar.
Al cruzarse a la propiedad, encontró el cuerpo sin vida su hija boca arriba, desnuda, con indicios de violencia y sin el celular. Agregó que su hija se había separado recientemente de Mejía «porque era celoso y constantemente discutía con ella», sostuvo la Barrera. Esta versión también la llegó a reafirmar el papá de la víctima.
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Aunque Mejía se trasladó a vivir con su familia a la comarca Escamequita del municipio de San Juan del Sur, del departamento de Rivas, siempre se comunicaba con la víctima y le insistía en que restablecieran la relación, según la declaración de los padres de la víctima.
A eso de las 5 de la mañana del día que sucedió el hecho, el papá de la víctima hasta la escuchó conversando con él , por celular, sin imaginar que horas después llegaría a privarle la vida. Ese día Mejía, se trasladó de San Juan del a San Benito, para encontrase con ella en la propiedad donde le privó la vida, al no poder convencerla para que se fuera con él.
En las investigaciones se determinó que la víctima presentaba rastros de violencia sexual y que después el femicida habría agredido físicamente. «Posteriormente le cubrió la boca con el blúmer de ella, para que no escucharan sus gritos de auxilio y luego la sujeto del cuello con ambas manos, hasta probocarle la muerte por asfixia mecánica», se lee en las pruebas presentadas.
Tras privarle la vida el femicida huyó del lugar, con el celular de la víctima, que se convirtió en una de las piezas claves para esclarecer el femicidio. Dicho celular lo encontró la policía el 23 de marzo enterrado en una habitación de la casa de los familiares de Mejía, cuando llegaron a capturarlo a Escamequita.
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Según la versión de testigos el celular estaba enterrado en la habitación donde dormía el femicida y con dicha evidencia la judicial explicó que él fue la última persona que estuvo con la víctima y que se apropió del teléfono.
A la vez manifestó que hasta llegó a borrar la información del celular a un taller. Otras las pruebas que dejaron al descubierto a Mejía fueron las pruebas de ADN realizadas a la víctima.