A nicaragüenses les está costando hasta completar una alimentación básica. Los productos de la canasta familiar están a muy alto costo y familias en todo el país, con preocupaciones para sobrevivir. Las autoridades del régimen “ven a otro lado” ante el problema.
Por: Intertextual/ Voces en Libertad/ contacto@intertextualcr.com
Frijoles, plátanos, huevo, queso, son alimentos de la dieta básica de la ciudadanía nicaragüenses, que empiezan “escasear” por sus altos costos en las mesas de la población. A la lista de los productos que las familias ya no pueden comprar por sus costos, se agrega el pan y tortillas. “Esto ya no se aguanta”, dice un padre de familia de Masaya.
En algunos lugares, las personas que fabrican las tortillas, han reducido el tamaño de la unidad para no subir su precio de dos córdobas. “Parecen hostias”, se queja un consumidor. El pan parece ir por ese camino. Las clásicas barras de pan ahora son apodadas “deditos” por lo pequeñas que son para mantener su precio al público.
Pero la solución de las panificadoras “son un parche” que ellos mismos dicen no pueden mantener. “No se pueden hacer ya más pequeño, porque el problema es que los materiales para hacerlo siguen subiendo”, dice un artesano del pan de esta ciudad. “Ni puede ser más pequeño, ni subirle porque estamos claros que la economía familiar no tolera más alzas”, señala.
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Desde que la cesta familiar ha incrementado su precio hasta superar los 19 mil córdobas en Nicaragua, las familias de Masaya aseguran “no darse el lujo de disfrutar bien los tres tiempos de comida al día, como ocurría en años anteriores”. Admiten que han tenido que hacer “malabares” para sobrevivir. Señalan que incluso, ellos igual que panificadores y fabricas de tortillas, han tenido que disminuir las raciones de alimentos diarios para “sobrellevar” la crisis económica que vive el país desde 2018.
A pesar que Masaya es reconocida por tener la mayor cantidad de emprendedores artesanos del país y demostrar que el trabajo “es el digno laurel” de sus habitantes, desde hace cinco años, la crisis sociopolítica viene “golpeando” fuertemente a las familias de esta ciudad que también es recordada por su resistencia a los ataques de las fuerzas armadas de la dictadura de Daniel Ortega.
Bajo anonimato, el dueño de un taller de calzado, una de las actividades de mayor demanda en este departamento, aseguró que el alza en el precio de la canasta básica y el alto costo de la materia prima para los negocios, han provocado que los gastos en el hogar incrementen y disminuye la calidad de vida. El ciudadano afirma que las ganancias son mínimas en comparación con los gastos mensuales de su numerosa familia.
Durante la última visita que hizo al populoso mercado “Ernesto Fernández” de Masaya, se sorprendió por la cantidad de dinero que llevó para sus compras y que no fue suficiente para completar lo necesario del hogar. Además, aseguró que algunos productos se venden caros. Citó como ejemplo que para obtener cuatro tomates, tuvo que pagar 20 córdobas, además, cree que el tamaño del vegetal, no es lo justo al valor en que se ofrece.
“El arroz subió, el aceite también, pero el salario casi no se ha movido, y de hecho eso golpea principalmente al trabajador, a ese que recibe un salario, lo cierto es que mientras incrementa el precio de los productos de la canasta básica aquí tenemos que trabajar por más de 12 horas para solventar en la medida de lo posible los gastos de la casa”, se quejó.
Pulperas resienten bajas en sus ventas
Una ciudadana originaria de una comarca rural del municipio de Nindirí, en Masaya, quien es propietaria de una pulpería y madre de un hijo, narró la difícil situación que atraviesa su negocio desde los últimos años, misma que la ha motivado a querer abandonar el país.
La pobladora señaló que las ventas han disminuido en un 50% en los últimos meses, y debido a esta trágica situación, decidió recortar los diferentes pedidos que hacía a proveedores de grandes empresas para dedicarse a cotizar los precios en el mercado “Ernesto Fernández”. Cada semana, debe viajar a comprar su venta a un menor costo, y así “poder ver las ganancias”, asegura.
“La gente me platica que no hay riales, ni trabajo. Lo que más me compran es el pan y café, lo infaltable de todas las mañanas; además del arroz, los frijoles, también huevo, queso. Ya ni conocen el pollo, peor la carne, por eso mantengo poco para no perder”, describe.
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“Ahora en el mercado me he dado cuenta que el tomate y las papas, por ejemplo, están muy caras, y por eso ya ni traigo la misma cantidad que compraba antes”, expresa preocupada.
La comerciante también afirmó que familiares en Estados Unidos han decidido pedirla a través del Parole Humanitario para viajar y trabajar en el país norteamericano, como una alternativa a la “penosa situación económica” que atraviesa Nicaragua.
“Si me voy del país cierro la venta, pero a veces he pensado en cerrar la venta y aún sin irme. Actualmente yo vendo como 800 o 900 córdobas al día, pero hay que reinvertir a altos costos cada vez, cuando antes hacía muchísimo más, y la verdad es que con las ganancias no vivimos”, lamenta.
Padre de familia se siente “ahogado”
Por su lado, un padre de familia, quien prefirió el anonimato, indicó que debido al desempleo que padece desde hace algunos años y por su avanzada edad, decidió emprender en una pequeña venta de artesanías, sin embargo, hasta ahora el negocio no ha dado los resultados esperados.
“La vida se ha encarecido más todavía. Hay gente que paga 100 córdobas a otras personas por trabajarle, lo que me parece casi esclavitud, y hay otros que pagan 200, o incluso 300 al día, y en el mercado el pago anda por ahí”, asegura.
Durante su última compra en el mercado Ernesto Fernández, logró darse cuenta de lo costosa que se ha convertido la cesta familiar en Nicaragua, e incluso, afirmó que en su casa, han tenido que reducir las porciones de comida y los “lujos” de comer pollo y carne en más de una ocasión cada semana.
“Fui al mercado y el costo de la chiltoma es de cinco córdobas, una cebollita vale cinco, un tomatito cinco, y dos por 10, y la del carretón que los vende es aún más caro. En general, el costo de la vida ha aumentado, incluso, en el desayuno el pan se ha convertido en un lujo”, manifestó.
“En lo personal he tenido más restricciones, antes compraba arroz de más calidad que costaba 18 córdobas, ahora compro el que cuesta 14 córdobas para ajustar la quincena o la mensualidad, además que estamos menos comelones”, agregó entre risas.
Sustituir un producto por otro
Para este poblador, es necesario que las familias nicaragüenses ajusten su economía a la crisis actual que se vive en el país. En ese sentido, explica que es importante sustituir un producto o alimento costoso, por otro más económico, o bien, como en su caso, si antes la familia comía entre seis a siete huevos por las mañanas, ahora se reduce a cuatro o cinco, con el fin de “sobrellevar” el alza de los precios.
En su caso, aclara que decidió sustituir la carne por el pollo debido a su costo para “no perder la costumbre”. También ha reemplazado el plátano por el guineo, y a veces el queso por la crema.
“Este moñito de hierbabuena vale cinco pesos (córdobas), cuando esto costaba un peso (risas), todo está más caro. La dieta aquí es que si comemos carne compró la más económica, le hecho zanahoria, es más, casi ni lleva carne, hasta la dejo más vegetariana porque tenes que agregarle otras verduras para que alcancemos todos”, describió.
“Pienso que los nicaragüenses estamos comiendo menos porque el alto costo de la vida, ahora es cuestión de acomodarse a lo que hay”, finalizó.