Todos los esfuerzos de autoridades orteguistas por crear un clima de normalidad han fracasado. Comerciantes de la ciudad y de otros lugares, confirman ventas en picada.
Por: Intertextual/ Voces en Libertad/ contacto@intertextualcr.com
Este fin de semana, la Asociación de Caballistas de Chinandega, realizó el desfile anual en celebración de las fiestas patronales de Santa Ana.
La actividad, que promueve también la alcaldía chinandegana, intenta forzar un clima de normalidad en una ciudad afectada económicamente por la crisis política que enfrenta el país.
Sulema Ramírez, comerciante de Managua, llegó dos días antes con su mercadería de sombreros. Los sombreros son artículos usados por la población durante el desfile de montados. “Me vine temprano porque esta ciudad tiene uno de los desfiles más grandes, pero las ventas no logran ser las mismas”, indicó la comerciante.
Se refiere, a que antes del 2018, el desfile hípico se consagra como una de las actividades que aglomeraba el mayor número de personas en las calles de Chinandega, y con esa gran cantidad de personas, se lograron buenas ventas.
Nada está normal
Pero al llegar la crisis político-social con las protestas antigubernamentales, el panorama de la ciudad cambió. “Cada vez veo menos personas y hasta menos caballos”, comenta Ramírez.
Y tiene razón, este año calcularon una participación no mayor a los 300 montados, antes del 2018, se lograba apreciar en las calles hasta 500 caballistas, lo que daba como resultado desfiles más vistosos y concurridos.
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A la crisis política, también se suma la crisis sanitaria del coronavirus, esta dejó temor en un sector de la población que prefiere no participar más de aglomeraciones para evitar ser blanco de enfermedades.
Otro comerciante de sombreros que consultamos concuerda con Sulema que las ventas de este 2023 fueron muy bajas. “Yo traje sombreros de todo precio. Desde 350 hasta 1,200 córdobas. La gente me compró de los más baratos”, indicó el hombre que prefirió no identificarse.
“Claro es más barato venir a beber tres cervezas que comprarse un sombrero que ni vas usar el siguiente año. Creo que esta es la última vez que hago este viaje”, indicó el comerciante de 45 años.
Comisarías también se quejan
Las ventas bajas no solo las percibieron los vendedores de sombreros, sino también los comerciantes de comidas y bebidas. Este año se observaron menos puestos de asados o fritangas que antes eran tradicionales, así como también menos tarimas y toldos a la orilla de las calles.
Los toldos de comidas y bebidas debieron pagar más de unos mil córdobas por el derecho a vender, “Cada año le suben más. Antes se pagaban 700 córdobas y ahora que se vende menos el impuesto es mayor”, se quejó una pobladora que consiguió un par de mesas plásticas para vender comida.
Los toldos más grandes y tarimas, pagaron mucho más. Una emisora consultada dijo que pagó más este año por el derecho a instalarse, costo que resintieron porque la publicidad es cada vez más difícil de conseguir.
El punto y final del desfile lo puso el clima. Un aguacero cayó sobre la ciudad, llenando las calles centrales y arrastrando hacia las alcantarillas una gran cantidad de desechos que los asistentes arrojaron en las calles.
Hípico comercial
El desfile hípico es una de las actividades emblemáticas en honor a las fiestas patronales de Chinandega y se organiza un domingo antes de la celebración central que tendrá lugar esta semana.
Décadas atrás, la ciudadanía de Chinandega rodeaba el templo de Santa Ana para disfrutar del desfile, pero el sector ya ni siquiera forma parte del recorrido. “Antes el montado o la jinete que desfilaba, iba frente a la iglesia y se quitaba el sombrero en una reverencia para saludar a la patrona de Chinandega Santa Ana, y la imagen era ubicada en el portón principal de la iglesia”, indicó un folclorista de la zona.
En ese entonces el desfile hípico tenía valor tradicional. Ahora los caballistas llegan a la ciudad para una “fiesta vaquera”, donde aprovechan el evento para lucir cierta vestimenta, y la convocatoria tiene un objetivo comercial.