Su talento lo ha llevado a ser reconocido tanto a nivel nacional como internacionalmente. Una de sus obras es exhibida en El Vaticano, en Roma, como parte de un valioso aporte de la cultura nicaragüense.
Por: Intertextual/ Voces en Libertad/ contacto@intertextualcr.com
Cada mañana, el artista del barro Helio Gutiérrez, se levanta con la mente fresca y pensando en la próxima obra que va a realizar. Así ha sido su vida desde que comenzó a elaborar sus propios diseños en el municipio de San Juan de Oriente, cuna de la cerámica precolombina, como es conocido tradicionalmente este municipio.
Relata que desde niño le gustaba hacer trazos en la escuela, a pesar que solo pudo llegar hasta segundo grado de primaria. Su talento era nato y en hojas de papel quedaron sus primeros diseños. “Desde que tengo uso de razón, no he perdido mi propio estilo en decorado y calado, mi especialidad es la geometría, y curiosamente no necesito de alguna regla o centímetro para elaborar mis trazos, son a la pura mano”, añade el artista.
Su talento lo convierte en una obra de arte, su línea de trabajo está basada en aplicar más textura, mezclando el barro con otros elementos como la madera antigua y el metal, cuyas creaciones se vuelven más contemporáneas. Una de sus más insignes piezas, es la que denominó “El hombre pez”, lo que lo ha hecho acreedor de múltiples reconocimientos.
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Calcula que ha elaborado unas 2000 mil piezas de cerámica en barro. Varias de ellas están en la sede del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en las oficinas centrales de la Unesco en París, Francia, en el Vaticano, en el Museo de China Taipéi, en las Islas Canarias, entre otros lugares que exhiben una pieza de este hijo de San Juan de Oriente.
Primeras pinceladas
Cuenta que sus primeros pasos los dio al trabajar junto al reconocido maestro del arte precolombino de este municipio, el finado Gregorio Bracamonte. “Yo agarré la técnica de él porque era buena, usaba solo un papelito para medir, después de tres años me independicé y me mantuve un tiempo entre su estilo (del maestro Bracamonte) y el mío, después fui sacando el propio, porque en lo precolombino hay geometría también”, añade.
“Mi madre, una mujer humilde, elaboraba piezas de barro rústica y yo de niño jugaba con el barro, elaboraba unos muñequitos, y pues considero que ahí poco a poco se me vino desarrollando el talento que Dios me dio, me fascinaba hacer dibujos”, recuerda, mientras le saca brillo a la memoria.
Relata que un buen día, una de sus hermanas habló con el maestro Bracamonte (q.d.e.p.). y lo recibió para aprender el arte. “Te cuento que yo nunca he pasado por ninguna escuela de arte, pero tuve la ventaja de llegar al taller del maestro Bracamonte, y él me dio la oportunidad a que yo me desenvolviera, él al ver mi talento me ponía a dibujar sobre algunas piezas, no me puso límites para abrirme paso”, asegura Gutiérrez.
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Aunque las ventas han estado bajas, este artista de la cerámica en barro, no ha dejado de trabajar para sacar adelante a su familia, y se ha adaptado a las exigencias de los nuevos compradores, pero siempre manteniendo su estilo original.
Su arte es reconocido a nivel nacional al punto ser condecorado con la orden Rubén Darío y premio de la Unesco, por su valioso aporte a la cultura nicaragüense. Este talentoso artesano se encuentra diariamente en su casa-galería, ubicada en este rinconcito de Nicaragua, San Juan de Oriente.