Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
La líder política Tamara Dávila, actualmente no es la mujer que Nicaragua vio en las calles de Managua, vestida de Azul y Blanco luchando por justicia, libertad y democracia, a un año de “encierro injusto”, su aspecto ha cambiado por lo que están alarmados, así lo declaran familiares.
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Dávila, en una fotografía tomada el 11 de junio de 2021 se logra ver cómo era antes de ser secuestrada política y encarcelada, la imagen de un retrato hablado que ahora presenta su familia es como se ve un año después del tiempo que ha estado en “total aislamiento e incomunicación en una celda sellada” detallan.
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Desde su encierro solo cinco personas han podido ver como se encuentra la presa política, describe una de su prima “esta imagen refleja fielmente como se ve su cara, es la primera vez que yo veo su rostro desde su secuestro y me ha impactado muchísimo.”
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Tamara según explica su familiar ha perdido aproximadamente “40 libras”. En las visitas a manifestado que permanece con hambre y que muchas veces no le pasan las bebidas nutricionales que le llevan.
Tamara Dávila es una, feminista, psicóloga y defensora de derechos humanos, activista y política de 41 años, antes de ser capturada formaba parte de la junta directiva de l partido UNAMOS y del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco y presidente Rotativa de la Coalición Nacional.
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En el año 2018 que la crisis sociopolítica afectó la paz en Nicaragua, con violencia contra la ciudadanía que se manifestó pacíficamente; Tamara asumió el compromiso de participar en la lucha cívica ciudadana “se comprometió con la construcción de un país distinto en un acto de amor por su hija, para que ella y todas las niñas, niños y mujeres e Nicaragua vivan en el país que merecen.” Se lee en un comunicado.
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Su activismo la puso en la lupa del orteguismo, el gobierno considerado “dictatorial.” Desde el 12 de junio de 2021 a la fecha la tienen privada de libertad, lleva 394 días de estar” incomunicada y en aislamiento total.” Acusada del supuesto delito de “menoscabo a la integridad nacional y traición a la Patria” bajo la ley 1050, Ley de soberanía, herramientas jurídicas con las que han encarcelado activistas sociales, empresarios, aspirantes a la presidencia, periodistas, estudiantes y campesinos.
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Su secuestro fue a base de “agresiones” y el “allanamiento arbitrario” de su casa, “frente a su hija de cinco años”, quien es una víctima directa del gobierno Ortega porque no se le ha permitido ver a su madre. En todo ese tiempo “ha recibido solamente 8 visitas de sus familiares. No ha tenido ninguna reunión con su abogada” declara su familia.
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En junio del 2021 la Corte Interamericana de Derechos Humanos, emitió una resolución de medidas de protección y ordenamiento al gobierno Ortega Murillo para que la líder defensora de derechos humanos fuera liberada.
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Las condiciones en las que se encuentra la líder política tienen alarmada a su familia. Sin embargo, su hermana declara que “Tamara es una persona fuerte y espiritual “durante este año de aislamiento han entrenado su mente para mantenerse fuerte y centrada.” Añade que en ese encierro su método de resistencia lo ocupa en, “rezar, cantar, bailar, meditar y escribe cuentos en su cabeza para su hija ya que no le permiten acceso ni a papel ni lápiz.”
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La familia de Tamara afirma que ella sigue fuerte y digna, y les ha dicho en las visitas. “No me van a doblegar de aquí voy a salir más inteligente, más comprometida y más fuerte.”
Esta familia exige la libertad para las más de 190 personas presas políticas en Nicaragua, y demandan:
-El cese al aislamiento
-Regulación de visitas
-Comunicación con hijas e hijos menores
-Y la entrega y manejo independiente de alimentos.
