En la marcha del 8 de marzo en Costa Rica, en el exilio, mujeres de Nicaragua, denunciaron la violencia sistemática, la opresión hacia los pueblos originarios y la discriminación hacia los cuerpos disidentes, exigiendo justicia, libertad y equidad en un contexto de represión y desplazamiento forzado.
Este año, al cumplirse los 30 años de la IV conferencia Internacional de la Mujer en Beijing, su lucha por los derechos continua viva, como lo reflejan las feministas nicaragüenses exiliadas en su comunicado, las feministas en Nicaragua cumplieron 7 años de no poder marchar en el país por la represión y el estado policial impuesto por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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ToggleNicaragua sumida en un estado de silencio

Foto: Intertextual.
María Teresa Blandon, socióloga feminista nicaragüense en el exilio, compartió con intertextual, su análisis sobre la situación de Nicaragua y la influencia de la coyuntura internacional en la lucha de las mujeres.
Según Blandón, “Nicaragua se encuentra sumida en un estado de silencio, donde las oportunidades son limitadas, los salarios son precarios y el sistema de seguridad social está colapsado. La situación de salud, nutrición, embarazos y reproducción es alarmante, y el año pasado, 69 mujeres fueron asesinadas sin que el Estado tomara medidas efectivas”.
Además, la feminista indico que, si bien en algunos países de América Latina como El Salvador y Argentina los derechos de las mujeres están siendo amenazados por gobiernos autoritarios, existen avances significativos en otras naciones que siguen comprometidas con los derechos desde un enfoque inclusivo.
“El futuro de Nicaragua y de toda la región depende de la erradicación de las múltiples dictaduras, de las opresiones y la construcción de una sociedad que promueva la igualdad, donde mujeres y hombres, en todas sus diversidades, puedan vivir con dignidad”, concluyó.
Sobre la marcha y las protesta
En Costa Rica, la marcha del 8 de marzo reunió a mujeres, nicaragüenses y disidencias que, a través de consignas como “¡Ni una menos, vivamos nos queremos! “, ” ¡Alerta, alerta, alerta, la lucha feminista por América Latina!” ¡Señor, señora no sea indiferente, matan a mujeres en la cara de la gente”!, exigieron justicia en todos los aspectos de la vida en un contexto de represión, inequidad y desplazamiento forzado.

En este contexto, visibilizar las realidades de las mujeres nicaragüenses y las disidencias no es solo un acto simbólico, sino una herramienta para provocar cambios significativos en políticas públicas y en la conciencia colectiva. Las participantes de la marcha esperan que este tipo de visibilidad contribuya a una transformación social que favorezca la inclusión y la protección de los derechos de todas las mujeres, independientemente de su origen o identidad.
Más allá de la marcha, la esperanza recae en que este movimiento impulse un compromiso más firme en Costa Rica y en la región para crear políticas que aborden de manera efectiva las desigualdades que enfrentan las mujeres migrantes, y que en el futuro se genere un cambio real en la actitud hacia la migración y los derechos de las mujeres, tal como reflejan las imágenes de la protesta, cargadas de fuerza, resistencia y esperanza.
Hacia una sociedad más justa e inclusiva

Foto: Intertextual.
Katerin Ramírez, activista feminista y nicaragüense exiliada en Costa Rica, leyó el comunicado durante la marcha del 8 de marzo, donde reflejó las duras realidades que enfrentan las mujeres nicaragüenses bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, Según la Articulación de Mujeres Feministas Nicaragüenses Exiliadas en Costa Rica, este régimen mantiene un sistema de violencia e impunidad que vulnera los derechos de las mujeres y niñas.
Nicaragua lidera las cifras de embarazos forzados en menores víctimas de violación e incesto, mientras el Estado las obliga a llevar a términos estas gestaciones sin ofrecer ninguna opción. Además, la crisis humanitaria se agrava con el hambre y la pobreza, que afectan principalmente a mujeres y niñas/niños, en un contexto donde la represión y la censura reemplazan cualquier intento de justicia o asistencia.
Ante este panorama, las feministas nicaragüenses enfatizan: “Permanecemos organizadas y seguimos denunciando estas violaciones a los derechos humanos. Desde el exilio, tejemos redes de apoyo y resistencia para avanzar hacia una Nicaragua libre y segura para todas. Rechazamos la violencia estatal y social, y exigimos justicia, equidad y el derecho a vivir sin miedo. Volveremos para construir la sociedad que nos merecemos, una sociedad más justa e inclusiva para todas”.