Aquel 4 de agosto de 2022, de rodillas y entonando el himno católico Tú reinarás, monseñor Rolando Álvarez encaró con valentía a la policía en Matagalpa. Los uniformados, al servicio del régimen Ortega-Murillo, se habían tomado las calles aledañas a la curia para impedir las actividades católicas cotidianas.
Con el Santísimo Sacramento en manos, el Obispo recorrió un pequeño trecho de la vía cerrada, mientras algunos creyentes oraban arrodillados en las aceras, ante la prohibición de ingresar al templo. “Queremos también que nos dejen en paz, que nos dejen profesar nuestra fe…Que se termine esa situación de hostigamiento, esa situación de acoso, que se acabe hermanos, no hay necesidad”, le gritó el religioso a los policías.
El Obispo no paró de increparlos. “Yo en la noche me quedo con mi vicario general, cualquier cosa que suceda ahí ustedes lo sabrán, espero que no pase nada, espero que respeten mi vida, mi integridad y que respeten a la iglesia diocesana de Matagalpa”, les dijo casi al finalizar aquel día.
Dos semanas después de aquel asedio, el 19 de agosto, los uniformados asaltaron la residencia del obispo y lo secuestraron junto a otros religiosos. El régimen los mantuvo en desaparición forzada por más de 100 días. Luego los procesó “a oscuras” por los delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas. Monseñor Álvarez fue desterrado en febrero de 2023 a Roma. Sus palabras en las que abogó por la libre circulación, la libertad de movimiento, la libertad de expresión y la libertad religiosa aún tienen eco en Nicaragua y no se olvidan por más prohibiciones, persecución y acciones represivas que ejecute Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Represión continúa
Pese a que han pasado dos años del secuestro del Obispo y seis de una guerra contra los derechos y libertades de los ciudadanos nicaragüenses, el régimen de Ortega y de Murillo, no ha parado de causar terror y zozobra en Matagalpa, la diócesis que dirigía monseñor Álvarez.
En los últimos días, por ejemplo, “ha ocurrido una escalada represiva contra sacerdotes de la iglesia católica nicaragüense, focalizada principalmente en la Diócesis de Matagalpa”, según indica el boletín número 4 del Colectivo de Derechos Humanos Nunca Más con sede en Costa Rica.
“Varias parroquias han sido asediadas y al menos 12 sacerdotes han sido detenidos arbitrariamente, algunos de ellos todavía con paradero desconocido y en situación de desaparición forzada”, dice el documento.
Dicho boletín está enfocado en la Libertad de religión en Nicaragua, persecución a laicos, y recoge datos sobre la situación religiosa entre el 1 de abril y el 15 de julio de 2024. “Continúan las múltiples violaciones a la libertad de religión en Nicaragua, que reflejan un panorama de creciente represión, con detenciones arbitrarias, ataques directos a líderes religiosos, estigmatización y mensajes de odio en los pronunciamientos oficiales respecto a la libertad de culto”, dice el informe.
¿Por qué la saña contra Matagalpa?
Aunque la persecución religiosa del régimen ha ocurrido en todo país, en los últimos días Matagalpa ha sido noticia por las recientes capturas de sacerdotes y laicos. A criterio de Salvador Marenco, integrante de la organización defensora de derechos humanos, el régimen tiene claro que es un lugar que representa una resistencia de fe.
“No podemos olvidar que se levantó la voz de la comunidad internacional por la detención y posterior destierro de Monseñor Rolando Álvarez, una figura que evidentemente tenía un peso fuerte y específico en Matagalpa”, comenta Marenco. Y agrega: “atacar Matagalpa es atacar un símbolo, algo representativo, que evidentemente puede generar una acción en cadena de otras personas en otras comunidades, en otras parroquias, en otras Diócesis”.
“Evidentemente es tratar de borrar la imagen de monseñor Álvarez, su legado, porque el legado y la palabra de fe que ha profetizado no solo la lleva él, sino que también está en los corazones de toda la feligresía de Matagalpa y es ahí donde no han podido llegar, es ahí donde quieren llegar a través de implantar el miedo, del terror y a través del control total de los pensamientos y sentimientos de la población”, valora el activista.
Asegura que lo que tratan de hacer con más detenciones de sacerdotes y laicos es enviar un mensaje para evitar que en el futuro; un municipio o un departamento proteste contra las decisiones o acciones del régimen. “Se busca el control, el dominio a través del terror”, acusa.
Luego de la detención de religiosos en Matagalpa, siete pertenecientes a esa diócesis fueron desterrados. Otros feligreses fueron citados a delegaciones policiales e interrogados y finalmente el 12 de agosto se ordenó la cancelación de la personalidad jurídica de Cáritas Diocesanas de Matagalpa por supuestamente incumplir en los reportes de estados financieros de 2020-2023.
Persecución desenfrenada
De acuerdo al informe del colectivo defensor de derechos humanos, desde el 1 de abril al 15 de julio de este año, el régimen Ortega-Murillo, ha cancelado en Nicaragua las personerías jurídicas de al menos 419 organizaciones asociadas a la iglesia católica y grupos evangélicos.
“Además de la confiscación a 22 medios de comunicación religiosos, siendo uno de los últimos Radio María, cuya última transmisión fue el 9 de julio de 2024. (…) Las organizaciones canceladas responden a 319 de denominación evangélica y 57 católicas, entre otras”, dice el informe.
Según el recuento de medios de comunicación intervenidos, que recoge el documento, se han confiscado a la iglesia católica al menos 15 inmuebles en los últimos dos años “entre ellas la propiedad de las hermanas Pobres de Jesucristo de León, en la cual este recién pasado 19 de julio, colocaron banderas rojas y negras”.
“La violencia también ha alcanzado a la iglesia evangélica, no solo con la detención de los 11 miembros de la organización evangélica “Puertas de la Montaña”, sino también por una persecución económica contra algunos líderes evangélicos a través de multas impuestas por el Ministerio del Interior en junio pasado”, cita el boletín.
Según el informe del Colectivo, unos 21 pastores evangélicos permanecen en el exilio y otros 3 fueron impedidos de ingresar al país. “Este patrón de persecución ha llevado a la expulsión y desplazamiento forzado a más de 200 personas religiosas. (…) Las fuerzas de seguridad han intervenido en actividades parroquiales y detenido a laicos para interrogarlos sobre sus prácticas religiosas”, agrega el Colectivo.
Estiman que la persecución a la iglesia católica ha obligado a 34 sacerdotes a salir del país en los primeros cuatros meses de 2024. “En total, desde 2018, hay 222 religiosos desterrados, incluyendo 91 monjas, según estadísticas de la investigadora Martha Molina”, dice el informe.
Otro crimen de lesa humanidad
En el cuarto boletín, el Colectivo menciona al Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (GHREN) que recientemente publicó su informe “Violaciones y abusos de los derechos humanos contra miembros de la iglesia católica y otras denominaciones cristianas en Nicaragua”.
En dicho informe se hace un recuento de “las principales acciones de violación al derecho a la libertad religiosa y otros actos cometidos; según este organismo, la persecución religiosa ha alcanzado el grado de crimen de lesa humanidad”.
El Colectivo reportó que, hasta marzo de este año, unos 65 religiosos han sido acusados judicialmente. Al menos 44 han sido desterrados, entre ellos tres obispos y más de 200 personas integrantes de órdenes religiosas han sido expulsadas del país.
Se ha logrado identificar al menos 52 personas religiosas y familiares de estas que han quedado en situación de apatridia de facto, es decir, sin que haya habido un proceso legal en el que haya una sentencia firme como en otros casos.
Ortega, enemigo de la fe
Emilio Blasco, del Centro de Asuntos Globales de la Universidad de Navarra, presentó recientemente un análisis sobre la dictadura de Ortega y uno de sus puntos fue la persecución a sacerdotes católicos en Nicaragua.
Sus consideraciones fueron presentadas en Aciprensa, la principal agencia de noticias católica. Blasco considera que la persecución contra la iglesia se debe a que la dictadura percibe la fe católica como una oposición significativa a su gobierno.
Destaca que, aunque los evangélicos también han sido reprimidos, la Iglesia Católica sigue siendo el principal objetivo por su numerosa presencia y por la resistencia y crítica constante hacia los males sociales que padece el país. “Hablamos de un régimen autoritario, el de Nicaragua, que ha causado mucho daño, que no es fácil de doblegar, pero que no será para siempre”, señala.
