Activistas dicen que a veces les piden pruebas, otras que las regañan por su forma de vestir y hasta las culpan por pasar en unas u otras calles de la ciudad, a ciertas horas del día o la noche.
Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
El acoso callejero es un delito, una agresión contra las mujeres que se denuncia poco pero se manifiesta bastante. “Un flagelo machista escondido”, califican defensoras de derechos humanos, quienes creen que no se denuncia, por las malas experiencias que han tenido las víctimas con el tratamiento de sus casos.
“Muchas veces, las mujeres se cohíben porque las mismas autoridades las hacen pensar que son las causantes de recibir el acoso y esto es la puerta para los acosadores de seguir violentando la libertad de las mujeres”, aseguraron las activistas.
En los últimos años, el Caribe nicaragüense es considerado el territorio del país más inseguro para las mujeres, pues registra los números más altos de femicidios, un indicador que muestra una dura realidad para este grupo vulnerable donde además impera la impunidad.
“Recordemos que el Caribe está marcado por una cultura machista ancestral que se ha heredado de generación en generación y que intenta hacer ver a la mujer y a los hijos como un bien, una propiedad del hombre”, explica otra defensora costeña, que añade que esa cultura machista, se combina en esta zona con manipulaciones religiosas, para crear una “especie de doble presión contra ellas y mantenerlas sumisas”.
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ToggleAcoso callejero es una alerta de femicidios
Aunque el Caribe marca un punto rojo en el mapa de violencia contra las mujeres, es un problema del país entero. La ausencia de políticas de prevención gubernamental, la opresión y anulación de las organizaciones que defendían a las mujeres y promovían sus derechos en las comunidades son en parte responsable que este año, como el anterior, las cifras de crímenes de odio contra ellas aumenten en vez de disminuir.
Según el Observatorio de la organismo Católicas por el Derecho a Decidir, CDD, el primer semestre de este año concluyó con 50 femicidios y hasta la semana pasada la cifra había aumentado a 60, 42 de ellos han ocurrido en el país y 18 fuera de las fronteras, aumentando el drama de las familias que tras la pérdida, deben buscar la forma de repatriar los restos de las víctimas. En el informe, se destaca que al menos 17 femicidios, fueron perpetrados por desconocidos.
La psicóloga costeña, Darling Taysigua, coloca al acoso como el primer paso para el femicidio, ya que es aquí donde el acosador “vigila” a la víctima, mide su tiempo, lugares por donde se desplaza y sobre todo vulnerabilidad de su entorno.
“El acoso sexual callejero es el inicio de una violencia sexual que no está visibilizada, si vas a una estación de policial lo primero que te dicen es: ¿Tiene prueba del acoso?¿Le hizo algo?¿La tocó? Y si no podés contestar esas preguntas no te atienden o el proceso queda reducido al regaño a la víctima, por cómo andaba vestida o la hora en la que andaba en la calle.
Eso es inaceptable”, critica Taysigua, quien considera que el acoso es una alerta de femicidio.
Ahora, este comportamiento de la autoridad desmotiva la denuncia y origina que las mujeres se cuestionen equivocadamente sobre su responsabilidad ante el acoso. “Se olvida que si la víctima es una menor de edad, en la que la relación de poder es desigual, se convierte en una alerta de peligro inminente, es una alerta de una acción violenta que puede llegar al femicidio”, reiteró la especialista.
Crecen quejas, pero no denuncias
Recientemente en Bluefields, las quejas por acoso en los barrios donde habitan menores han aumentado según madres de familias, pero lamentablemente no todas llegan a denuncias. Explican que los acosos callejeros vienen de adultos y jóvenes que consumen drogas y que viven en las esquinas de las calles, en mercados, parques y otros lugares de la ciudad.
“Todos esos borrachos y drogos, cada vez que pasan las niñas las enamoran, y a veces hasta hacen el intento por tocarlas. Yo le digo a mi hija que cada vez que ellos le digan algo, que ella me diga a mí para ponerlos en su lugar, porque aquí pareciera que no hay autoridades, uno les dice y no hacen caso.
Están esperando que estos sin oficio abusen de una menor para actuar, cuando ya el daño está hecho”, reclamó Ofelia Bermúdez, habitante del barrio “19 de julio” de Bluefields.
Para la psicóloga Taysigua, hay poca sensibilización de la sociedad en general sobre este tema, pero principalmente de las autoridades, ya que las denuncias por acoso son vistas a menos, no entendidas y a veces giradas a mediación, una estrategia de la policía para llegar a un “acuerdo” entre ambas partes, simulando la solución del problema.
Sin embargo, para las especialistas, la “mediación” es el paso para facilitarle al acosador una cercanía a la víctima, lo que también termina vulnerándola.
“La mediación afecta porque nosotros como seres humanos, somos personas acondicionadas y de malos hábitos, y difícilmente lo desaprendemos, y un acosador no dejará de hostigar a la víctima solo por decir frente a un policía que ya no lo volverá a hacer”, señala la experta.
Taysigua recomienda a los tutores de las víctimas no permitir procesos de mediación y hacer valer el derecho de las mujeres a tener una libertad de vestimenta, movilización y expresión, sin temor a abusos. “Ir contra esa libertad es un delito y quien acose, debe ir preso”, aseguró.