Claudia Vargas es un ejemplo de resiliencia y adaptación. Su capacidad para reinventarse y encontrar oportunidades en medio de la adversidad la ha convertido en una figura clave en la comunidad exiliada nicaragüense en Costa Rica.
Claudia Elena Vargas Medal, nació en Managua-Nicaragua, donde pasó sus primeros años de vida. Su formación académica tuvo lugar en un colegio de monjas, lo que la moldeó en muchos aspectos personales y profesionales, estudió sociología en la Universidad Centroamericana (UCA), una carrera que la apasionaba y que inicialmente pensó en ejercer de manera tradicional.
Su matrimonio la llevó a Jinotepe, en el departamento de Carazo. “Soy la personas más aburrida del mundo, soy heterosexual, monogama, fiel, y leal a los demás. Imagínate llevó con mi esposo 25 años de casada, soy la persona más aburrida, te digo la más aburrida” cuenta a Intertextual entre sonrisas.
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Continúa hablando de su relación de años explicando que a veces una encuentra personas que te complementan, “Roberto y yo nos hemos complementado de manera perfecta. Encuentras personas que te motivan a ser mejor, que te animan, no te limitan, así que cuando estas con ese tipo de relación, no necesitas nada más, ese es el punto.”
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ToggleClaudia Vargas: Transición de la maternidad a emprendimiento
Aunque al principio pensó que sería una corta estancia en Jinotepe, el nacimiento de sus hijos Chantal y Gabriel consolidó su vida en esa ciudad que se convirtió en su hogar y fue propicia para criar a sus hijos.
Con el nacimiento de su primera hija Chantal, Claudia decidió quedarse en casa, pues su trabajo implicaba frecuentes viajes fuera de Managua. Fue durante este periodo que encontró una nueva pasión y oportunidad para trabajar cerca de su hija: las manualidades, creando decoraciones y recuerdos para fiestas infantiles.
Este que apenas era un pasatiempo rápidamente se convirtió en un negocio exitoso llamado “Neverland” Claudia con mucho orgullo recuerda sus creaciones tanto de piñatas, muñecas de foamy, porcelana fria y otros artículos decorativos, lo que la llevó a ser conocida en su comunidad y más allá. Además abrió una página de Facebook para promocionar su negocio y pronto tuvo una agenda llena de pedidos.
Se unió a la Red de Mujeres Emprendedora de la UCA , “conocí a otras mujeres que hacían cosas similares a lo que yo hacía, que eran emprendedoras, y al igual que yo, estaban en casa, en el rol de cuidado, y usaban su tiempo libre para generar algo de dinero” recuerda.
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Claudia destaca que parte del éxito de su emprendimiento fue haber tenido amigas reales a quienes dice no merecer porque no podía dedicarles el tiempo que merecían “mis amigas fueran mis primeras clientas, y fueron las que me recomendaron a otras clientas.”
Crisis en Nicaragua el exilio de Claudia y su familia
En 2018, la vida de Claudia dio un giro drástico debido a la crisis sociopolítica en Nicaragua. Desde las redes sociales logra ver el estallido social del 18 y 19 de abril, su hija estudiaba en la UCA y como madre ya estaba sufriendo en carne propia la lucha de las protestas donde participó la juventud.
En su ciudad Jinotepe comienza las protestas, Vargas se incorpora a actividades pacíficas, el día 20 de abril que regresa a su casa de una protesta recuerda, “me mandan un flyer donde dice la Claudia Vargas está organizando a los chavalos para un golpe y ponen la dirección de mi casa. A mi me asusta un montón porque ya habían brotes violentos de la respuesta del gobierno (…).”
La socióloga continúa manifestándose con mayor precaución pero a los dos días recibe otra amenaza diciendo “que yo estoy patrocinando la protestas porque era la mujer de Samcam” político del MRS ahora UNAMOS a quien dirigieron seguidamente las amenazas.
La violencia y la represión forzaron a su familia a huir del país. Primero mandaron a su hijos a Estados Unidos, seguido Roberto Samcam tuvo que escapar en moto, y poco después, Claudia también fue evacuada de manera similar. La familia se trasladó a Costa Rica, dejando atrás su hogar y negocios, enfrentados a la incertidumbre y la capacidad en un nuevo país.
Un exilio forzado
La llegada a Costa Rica fue desafiante. Claudia y Roberto no tenían trabajo, ni recursos, y dependieron de la solidaridad de amigos y redes de apoyo para sobrevivir.
A pesar de la adversidad, Claudia encontró una manera de contribuir y apoyar a otros migrantes. Se involucró en actividades psicosociales y empezó a trabajar con una organización que la contrató para organizar talleres y actividades de apoyo.
Fue durante este tiempo que Claudia se dio cuenta de la magnitud del trauma entre los migrantes nicaragüenses, especialmente, “los jovenes que habían sufrido violencia sexual y otros abusos” apunta. Esto la llevó a trabajar en la investigación y organización de un tribunal de conciencia para visibilizar y denunciar estos abusos, relata.
A través de su trabajo en la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, Vargas ha podido utilizar su experiencia y habilidades adquiridas tanto en sociología como en su tiempo de emprendedora. Su capacidad para concertar con la gente y organizar actividades ha sido fundamental para su éxito en apoyar a la comunidad migrante nicaragüense.
Su dedicación y resiliencia son evidentes no solo en su trayectoria profesional sino también en su vida personal. Sus hijos, Chantal y Gabriel, han seguido sus propios caminos de éxito académico y personal, inspirados por el ejemplo de su madre.
Proyectos y desafíos en el exilio
Entre las preguntas que se le hizo a Claudia surgió, cómo ha logrado poner en marcha sus proyectos y qué obstáculos ha enfrentado en el camino.
La nicaragüense cree firmemente que su conexión con la comunidad es clave. “El hecho de estar conectada con la gente,pertenecer a esa comunidad, estar con ellos y ellas, escucharles, vivirla, me da la idea de generar proyectos, porque identificó las necesidades directamente en la comunidad” dice.
Los obstáculos no han sido pocos, resiente la socióloga, ha enfrentado misoginia y boicot tanto de la dictadura en Nicaragua como de grupos de oposición. “Tuve un boicot espantoso por el proyecto de mujeres” recuerda. Pese a estos desafíos, ha mantenido su enfoque y ha permitido que su trabajo hable por sí mismo, demostrando coherencia y compromiso.
El exilio es algo de lo que nadie se recupera fácilmente, para Claudia ha sido una experiencia devastadora “es una experiencia demasiado fuerte. Tenemos un arraigo y además no es solamente el exilio, es ser refugiados políticos «, manifiesta.
Ella y su familia tuvieron que dejar todo atrás en cuestión de horas, enfrentándose a un futuro incierto en Costa Rica. A pesar de las dificultades ella ha encontrado en su capacidad de conectar con la gente una herramienta crucial para reconstruir su vida.
Futuro y aspiraciones de una lideresa que se reconstruye en el exilio
Vargas tiene claras sus metas y aspiraciones a futuro, especialmente en relación con su trabajo con mujeres.
Como parte de la Liga Feminista de Refugiadas Politicas, Claudia trabaja para transformar la participación política de las mujeres, promoviendo espacios seguros y equitativos. “ Estoy detrás de un proyecto (…) que busca asegurar que las mujeres puedan participar sin enfrentarse a violencia política y machista” dice evitando dar detalles.
Para las mujeres que se encuentran es una situación a la que ha enfrentado Claudia con su exilio, ella ofrece un consejo simple pero poderoso “ No te quedes en casa. Salí, conectate, tené una mirada amplia.” La gestora de proyectos enfatiza la importancia de establecer metas claras y mantenerse activa y propositiva e insiste “ las mujeres somos más fuertes dentro de los tejidos sociales” afirma.
Claudia Vargas es un ejemplo de resiliencia y adaptación. Su capacidad para reinventarse y encontrar oportunidades en medio de la adversidad la ha convertido en una figura clave en la comunidad exiliada nicaragüense en Costa Rica. Su historia es un testimonio de la fuerza y determinación que puede surgir de las circunstancias más difíciles, y de cómo una personas puede transpirar el dolor y la pérdida en una fuente de ayuda y apoyo para otros.