En un curso intensivo organizado por la Asociación Feminista La Corriente, y respaldado por ONU Mujeres, jóvenes activistas de Centroamérica se unieron en San José, Costa Rica, para analizar las causas estructurales de la violencia hacia las mujeres en la región.
Este encuentro, que abarcó temas de opresión histórica, racismo, patriarcado y neoliberalismo, dejó en claro la urgencia de resistir en conjunto, entendiendo la violencia como un problema estructural y no como incidentes aislados.
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ToggleLa violencia que afecta la región
María Teresa Blandón, directora de la Corriente en Nicaragua, enfatizó la dimensión histórica de la violencia que afecta a la región.
“El curso tenía como objetivo analizar las causas estructurales de la violencia, esas que no se ven, que están en el origen, que tienen un carácter histórico de opresión patriarcal y racista, donde se clasifican a las personas desde la diferencia sexual, estableciendo jerarquías que discriminan y perpetúan privilegios” señaló Blandón.
Además, apuntó cómo el racismo y el patriarcado se refuerzan mutuamente, afectando especialmente a mujeres, personas indígenas y comunidades afrodescendientes.
ONU Mujeres, representada por Gabriela Mata Marín de Costa Rica, remarcó la importancia de la unión en la lucha contra estas opresiones. “Somos más fuertes al final de cuentas cuando nos unimos entre todas”, expresó, haciendo un llamado a adoptar medidas colectivas que refuerzan el activismo y la resistencia.
Feministas exigen diálogo y unión
Por su parte Isabel Inestroza, de UNIMUS en Honduras , destacó la necesidad de involucrar a las comunidades afectadas en los procesos de diálogo, desde niñas y mujeres hasta adolescentes y jóvenes.
“Es primordial que las comunidades participen cuando se habla de las cosas que carece, que necesitan o que quieren implementar desde sus propias voces” afirma Inestroza. Para ella, la exclusión de estos grupos en los debates de políticas constituyen una forma de violencia estructural que debe ser abordada.
A si mismo Henry Barum, coordinador del Observatorio de Género y Diversidad del SIFU en Panamá, hizo hincapié en la violencia en un contexto histórico, afirmando que esta “se ha implementado históricamente en las poblaciones centroamericanas como instrumento de sometimiento” y que es necesario dejar de ver la violencia como hechos individuales para entender su origen sistemático.
Desde Guatemala representante de Incide Joven Patricia Sucely Puluc, destacó la pedagogía desde la ternura y la colectividad como herramientas fundamentales para contrarrestar la violencia histórica. “ Creo profundamente que ante este proceso de valencia es necesario contribuir desde la pedagogía que permite repensar las estructuras de poder que siguen hoy reprimiendo nuestras vidas”, afirmó, resaltando el impacto de sistemas como el colonialismo y el neoliberalismo en la vida de comunidades indígenas y disidentes.
Esperanza y lucha colectiva
Finalmente feminista de la colectiva “Furias” de el Salvador, enfatizó la importancia de analizar la violencia en su origen y en todas sus manifestaciones. “ Entender la violencia como una estructura nos permite identificar causas en el patriarcado, que se transforma también en el capitalismo, y esos sistemas que buscan oprimirnos como mujeres. Es importante hacer un llamado para que todas las personas puedan sumarse a este trabajo, proponiendo nuevas formas de vivir sin violencia”.
El curso concluyó con una sensación de esperanza y energía renovada para quienes participaron; coincidiendo en la importancia de continuar construyendo redes y alianzas. Blandón concluyó con un mensaje poderoso: “No estamos condenadas ni condenados a la violencia en Centroamérica; vamos a seguir luchando juntas, juntos y juntes para poder avanzar”.