Daniel Ortega y Rosario Murillo renovaron “el periodismo de catacumbas” a los que la dictadura de Somoza obligó a los periodistas de su época. Así la verdad se sigue contando.
Ya es un comentario común entre el gremio periodístico y un fenómeno palpable entre editores y directores de medios independientes de Nicaragua: cada vez hay menos periodistas dedicados al oficio dentro y fuera del país.
“Y no se trata de un asunto generacional, que haya menos jóvenes queriendo entrar a reportear, producir, presentar o generar contenido, el problema es que hasta los periodistas más experimentados se están retirando de la profesión”, destaca la editora de una plataforma digital en Costa Rica, quien evita revelar su identidad por temor a represalias contra algunos familiares cercanos que aún le quedan en Nicaragua.
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Ella pasó más de un mes tratando de conseguir un o una periodista digital para procesar información, redactar notas de prensa y subir a la plataforma web. “Se ofrece garantía de no firmar para preservar su identidad y su seguridad; no se le permite reportear por las mismas razones, es un trabajo a distancia, remoto; no pedimos experiencia, incluso se le ofrece capacitación y salario mientras aprende, pero nos costó hallar una persona y no estamos seguros de cuánto va durar”, dice ella.
“Aparte de que no es frecuente encontrar personal motivado a hacer periodismo, tampoco es seguro que duren mucho en los cargos. Sólo renuncian y es volver a buscar reemplazo”, se queja.
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ToggleReducción significativa de estudiantes de periodismo
Un periodista y profesor de la antigua carrera de Comunicación Social de la hoy confiscada Universidad Centroamericana (UCA), anota que en Nicaragua desde hace aproximadamente 20 años se ha visto una reducción significativa de la cantidad de estudiantes que optan por el periodismo como profesión.
Según el catedrático, ahora en el exilio, dicha tendencia fue motivando poco a poco a las diversas universidades que ofertan esta carrera a actualizar sus planes de estudios, orientándose más hacia la publicidad y relaciones públicas, posteriormente a la comunicación integral y hasta fusionarse hoy con Marketing, el cual está ceñido laboralmente a las ciencias empresariales y menos al periodismo.
Para el exdocente de las materias Prensa Escrita, Comunicación, Cátedra Abierta y Ética Periodística, la disminución de egresados de las carreras de Comunicación en Nicaragua es un fenómeno que comenzó antes de 2018, cuando incluso la confiscada Rectoría de la UCA degradó la Facultad de Comunicación a un Departamento de Comunicación.
“Somos un oficio en extinción”
“Y se hizo más notorio en la modificación del pensum, donde los ejes temáticos del periodismo en general se habían reducido y adecuado a otras áreas de la comunicación distantes y distantes del periodismo”, recuerda el excatedrático.
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El caso es que, al margen del génesis del fenómeno, los directores de medios encuentran cada vez menos personas dispuestas a ejercer el oficio para medios de Nicaragua. “Por ahí dicen que soy un poco fatalista, pero creo que en las condiciones actuales bajo una dictadura y una permanente persecución y criminalización del periodismo en Nicaragua, somos un oficio en extinción”, dice por su lado, Máryorit Guevara, directora de La Lupa.
“Y aunque desde el exilio intentamos hacer resistencia y mantener el compromiso con la libertad de prensa, cada vez es más difícil porque enfrentamos nuevos retos en un proceso de movilidad humana”, dice la periodista residente en España.
Represión de dictadura Ortega-Murillo impactó al periodismo
Para Octavio Enríquez, periodista nicaragüense en el exilio y docente universitario de periodismo, si bien la represión descarnada que desde 2018 desató la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra el gremio, aumentó las vicisitudes del periodismo, fue el robo y confiscación de la UCA en 2023, lo que vino a acelerar “la sequía” formativa de periodistas.
“El zarpazo a la UCA impacta a la sociedad de Nicaragua, por el humanismo que salpica las relaciones de esta casa de estudios con la gente, su apuesta al desarrollo y la ética. La crítica como un ejercicio esencial es un eje de la educación jesuita”, analiza Enríquez.
Además, dice, el asalto a la universidad “tiene un impacto en el periodismo por varias razones. La más evidente es que la UCA fue el hogar de una escuela con tradición que durante décadas formó a profesionales”.
“Existen vasos comunicantes entre la academia y los medios, de ahí debería surgir la renovación. Debería ser un proceso natural. Pero el régimen ha atacado a los dos pilares del oficio con la confiscación de la Universidad, el cierre de los medios independientes y la persecución a los periodistas”, señala el laureado periodista.
Exilio y autocensura sel periodismo
“A estas alturas parece que la orden fue proscribir al periodismo, que tanto irrita al poder político”, dice Enríquez, señalando que la ausencia cada vez más notoria de periodistas y reporteros se observa en el exilio forzado de más de 242 comunicadores y la autocensura de centenares más a lo interno del país.
Pese al dramático exilio de periodistas, el oficio brega entre heroísmo y vicisitudes.
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“Esta salida masiva de periodistas es inédita en América Latina… A la vez no hay un país que muestre mejor el coraje de una generación por contar lo que ocurre, pese a la adversidad. Hay otras situaciones lamentables en el mundo, pero la de los periodistas en Nicaragua es destacable”, analiza.
Para Enríquez, el factor que desató este fenómeno de sequía de talentos y que mantiene al país sumido en una compleja y tenebrosa crisis de derechos humanos fue el papel de los medios en la cobertura de los sucesos de abril de 2018.
Ortega criminalizó el periodismo
“2018 aceleró todo. Había un modelo de negocios en crisis y de repente los medios fueron perseguidos, acosados. Antes del cierre y confiscación de los mismos, un medio podía aspirar a vender su publicidad como se hizo desde siempre. Ahora esos canales se cerraron”, reconoce Enríquez.
Y desde entonces, todo ha ido para peor: medios confiscados, decenas de periodistas arrestados y judicializados, cientos de exiliados, desterrados y desnacionalizados y todo el gremio, incluyendo a los que fungen como empleados en los medios de la familia Ortega-Murillo, amenazados y vigilados.
“2018 se convirtió en un parteaguas. La dictadura se radicalizó. Necesitaba silenciar a una sociedad mientras la agredía. Eso se logra con el miedo, sembrando con la instrumentalización de la justicia y juicios espurios, atacando al periodismo y criminalizando a una profesión noble”, medita Enríquez.
El desencantó se le sumó el miedo
Para Karla Lara, ex directora de la carrera de Comunicación de la UCA, si bien ya existían factores externos a la crisis política que estaban alejando a los jóvenes egresados del periodismo, el prolongado asedio de la dictadura contra los medios y la división del gremio entre oficialistas e independientes, aceleró “la sequía” de talentos orientados al periodismo
“Si bien ya existía esa tendencia de forma orgánica motivada por los bajos salarios y por la globalización de las formas de consumir información de parte de las audiencias, Nicaragua también sufrió desde 2008 los primeros indicios de persecución política contra las y los periodistas”, analiza Lara.
Ella se refiere al capítulo cuando el programa Esta Semana destapó mediante una serie de reportajes un sistema de extorsiones de operadores sandinistas en las valiosas playas de Tola, apenas un año después del regreso de Ortega en 2007.
Fue el primer gran caso de corrupción del régimen de Ortega y generó un virulento ataque oficial en contra de Confidencial.
Un año después, la Fiscalía inició una investigación criminal contra Confidencial, extendida a los miembros del Centro de Investigaciones de la Comunicación (Cinco) bajo la acusación de “lavado de dinero”.
El 11 de octubre de 2008, la Policía y la Fiscalía allanaron por la fuerza las oficinas de Cinco y desde entonces nunca cesó la guerra sucia de los Ortega-Murillo contra el periodismo. “La intervención a las oficinas de Esta Semana del periodista Carlos Fernando Chamorro supuso el inicio de un estado de reflexión alrededor de las ventajas y desventajas de enseñar o estudiar periodismo”, comenta Lara.
Asfixia financiera, la otra arma de la dictadura
“A partir de esa fecha fue más visible el desencanto por estudiar dicha carrera; posteriormente a partir de 2008, las acciones directas de parte del Gobierno contra la prensa nicaragüense generaron un temor de padres y madres para que sus hijos estudiaran periodismo”, rememora la exacadémica universitaria.
“En las universidades era común encontrar estudiantes que compartían la carrera de periodismo o comunicación en desacuerdo con sus padres, dado el riesgo que la misma implicaba en Nicaragua”, dice Lara, quien fue testigo de cómo las matrículas en la otrora competitiva carrera fueron bajando gradualmente.
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“Entre 2015 y 2021 hubo una reducción de más del 50% de la matrícula en la carrera de Comunicación de la UCA, la cual además del contexto sociopolítico estuvo motivada por la reducción de becas”, recuerda Lara.
Un oficio venido a menos
Un reporte de la organización Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua, PCIN, de enero de este año, reveló que en Nicaragua se viene imponiendo “un apagón informativo” por falta de periodistas y medios de comunicación en el país.
Entonces estimaron que un gremio de menos de 120 comunicadores independientes, aproximadamente, cubre un país de más de 6.7 millones de personas.
“Existen departamentos del país en los que ya no queda un solo periodista independiente haciendo noticias”, dijo PCIN en un comunicado. PCIN estimaba a finales de 2023 que unas 24 plataformas digitales surgieron en 2018 con la crisis, la mayoría en el exilio para protegerse de la persecución del gobierno de Ortega.
Hoy, al menos cuatro han cerrado totalmente, otras han modificado su contenido a un enfoque menos informativo y la mayoría de las plataformas acarrean graves problemas de financiamiento y sobrevivencia.
Censura, exilio y cierre
En junio de 2023, PCIN presentó un informe titulado “Cartografía de Medios de Nicaragua”, que ya revelaba el drama de los medios independientes de Nicaragua y la ausencia de reemplazo de periodistas.
El informe se realizó entre el último trimestre de 2022 y el primero de 2023, abarcando medios de comunicación de 15 regiones geográficas de Nicaragua y contactando a 93 propietarios y directores de medios de comunicación locales.
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“Del total, 44 pidieron no ser entrevistados para evitar el riesgo de ser agredidos o cerrados”, indicó la organización que recordó que entre 2012 y 2022 la dictadura ya había clausurado 54 medios de comunicación, incluyendo La Prensa, el último periódico que circuló en Nicaragua y cuya redacción completa se exilió por la persecución policial.
“De acuerdo con lo compartido por 49 propietarios y directores de medios locales, continúan informando 31% de las radios locales, el 13% de las estaciones de televisión por cable, el 17% de los portales web de su municipio, y solo el 27% de los medios localizados en redes sociales”, precisaba PCIN.
Según los datos del estudio, 45 noticieros habían cerrado entre 2018 y 2023 por orden de Telcor y bajo intervención directa de la policía del régimen.
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