Durante el mes de junio, mes del Orgullo LGBTIQA+, seremos testiges de un fenómeno que merece una profunda reflexión y crítica en la política nicaragüense: la utilización oportunista de los símbolos de la diversidad sexual por parte de ciertos grupos opositores, que durante el resto del año han mostrado una indiferencia alarmante hacia las luchas y los sufrimientos de la comunidad LGBTIQA+.
En un contexto político tan convulso y con una situación de derechos humanos tan precaria como la de Nicaragua, resulta preocupante observar la falta de consistencia y autenticidad en algunos sectores de la oposición al régimen de Daniel Ortega.
Es llamativo ver cómo, de repente, los logos de estas organizaciones se adornan con los colores del arcoíris, como si ese simple acto pudiera borrar su silencio cómplice ante la violencia, crímenes de odio y trans femicidios, que constantemente afectan a las personas LGBTIQA+ en nuestro país.
Este silencio no solo es una muestra de hipocresía, sino también una traición a una comunidad que enfrenta discriminación y peligros cotidianos, y que necesita aliados sinceros y comprometidos, no meros oportunistas de nuestras luchas.
Durante todo el año, los grupos de oposición han mantenido un preocupante silencio respecto a los ataques y la marginación que sufren las personas LGBTIQA+. No han alzado la voz contra los crímenes de odio ni han promovido políticas inclusivas y protectoras.
Peor aún, muchas veces han obviado las agendas de mujeres y diversidad, relegando estos temas a un segundo plano o ignorándolos por completo. En un país donde ser visible como persona LGBTIQA+ puede significar enfrentar agresiones físicas y psicológicas, este silencio es inaceptable y revela una falta de compromiso real con los derechos humanos.
La bandera de la diversidad no es un adorno que se pueda colgar y quitar a conveniencia. Representa una lucha constante por la igualdad, el respeto y la dignidad de todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género. Las y los verdaderos aliados son aquellos que están presentes en los momentos difíciles, que alzan la voz contra la injusticia y que trabajan activamente para construir una sociedad más inclusiva y equitativa.
Es imperativo que los grupos de oposición reflexionen sobre su rol y su responsabilidad. No se trata solo de criticar al régimen de Ortega y buscar su salida, sino de construir una alternativa que realmente represente a todos los sectores de la sociedad nicaragüense, incluyendo a las mujeres y a la comunidad LGBTIQA+. La lucha por los derechos humanos es indivisible y no puede ser fragmentada según conveniencias políticas.
Desde Intertextual, hacemos un llamado a la coherencia y a la acción auténtica. Apoyar a la comunidad LGBTIQA+ no es un gesto simbólico que se limita al mes de junio. Es un compromiso que debe ser sostenido y que implica una postura firme contra la discriminación y la violencia durante todo el año. Solo así podremos avanzar hacia una Nicaragua verdaderamente inclusiva y justa, donde todos y todas tengamos un lugar seguro y respetado.
En la defensa de los derechos humanos, no hay espacio para la hipocresía. Que este junio sea una oportunidad para reflexionar y corregir el rumbo, para que el apoyo a la diversidad no sea una moda pasajera, sino una realidad permanente en la lucha por una sociedad mejor que deben tener muy presente los grupos de «oposición».