Victor Manuel Pérez
Dirección de Intertextual
En Nicaragua, la capacidad de asombro frente a las maniobras del régimen Ortega-Murillo parece no tener límites, cada día nos encontramos con maneras de intentar cerrar cada día más la posibilidad de una salida consensuada y pacífica a la crisis en la que ellos mismos nos han sumergido. Esta semana, con la presentación de una reforma constitucional que busca cerrar aún más los espacios de libertad de expresión, que a vista y luces pretenden perpetuar a una familia en el poder, con esto la dictadura nos recuerda que su sed de control no conoce fronteras éticas, legales ni humanas.
La propuesta de reforma, maquillada bajo el discurso de la «soberanía y estabilidad», es en realidad una herramienta más para consolidar un modelo autoritario donde la voz disidente no solo es silenciada, «es criminalizada, perseguida y desterrada…». En un país donde los periodistas son perseguidos, las organizaciones civiles desmanteladas y miles de ciudadanos han sido forzados al exilio, esta reforma profundiza el abismo hacia un estado fallido, que desde el 2007 se viene gestando.
¿Qué busca el régimen con esta reforma? Principalmente, cimentar su poder absoluto eliminando cualquier posibilidad de crítica o resistencia. No se trata solo de controlar los medios de comunicación —algo que ya han logrado con creces y que nada más les faltaba formalizar—, sino de extinguir toda chispa de pluralidad en el debate público. En esencia, aspiran a que sólo resuene su voz, hueca y omnipresente, en un país que agoniza bajo el peso de la represión, la carestía de la vida y el agobio de no poder ni practicar libremente sus creencias.
Desde Intertextual, rechazamos con firmeza esta reforma y denunciamos su carácter antidemocrático, autoritario y que rompe a un Estado ya resquebrajado, dañado y con heridas profundas y que serán difíciles de sanar.
La historia nos muestra que los regímenes que intentan ahogar las voces de su pueblo terminan atrapados en su propia red de autoritarismo y decadencia, y ojalá esto no sea tan largo, lo que sí es una realidad que en el camino están dañando a mucha gente, sus vidas, sus sueños y sus aspiraciones. Sin embargo, el daño que infligen mientras caen es incalculable. Nicaragua merece mucho más que un gobierno que legisla para perpetuar el miedo.
Hoy más que nunca, hacemos un llamado a la comunidad internacional, a las y los nicaragüenses dentro y fuera del país, y a quienes aún pueden alzar la voz: no bajemos la guardia ante esta afrenta. La libertad de expresión no es solo un derecho, es la columna vertebral de una sociedad democrática y plural. Aunque la dictadura crea que puede silenciarlo todo, las ideas y la resistencia siempre encuentran un camino.
Esta reforma es un capítulo más en la larga lista de atropellos del régimen Ortega-Murillo y que posiblemente vamos a acumular muchos más en su búsqueda insaciable de poner y de controlar hasta lo que pasa en nuestra vidas privadas. Pero también es un recordatorio de que su obsesión por el control es proporcional a su gran temor a perderlo como agua entre los dedos. En Intertextual seguiremos documentando, denunciando y dando voz a quienes luchan por un futuro donde las palabras vuelvan a ser libres.