Antes de 2018, aquella fortaleza era un sitio histórico convertido en atracción turística. Durante la crisis política de hace cinco años, fue usada como cárcel y base de operaciones policiales y parapoliciales del régimen actual.
Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
A 28 kilómetros de la ciudad de Managua, se alza con modesta soberbia la histórica Fortaleza “El Coyotepe”, una monumental edificación militar que guarda en sus interiores calabozos de torturas usadas por las dos dictaduras más recientes del país.
El edificio fue construido en 1893, durante el periodo presidencial del liberal José Santos Zelaya. El viejo edificio aún guarda frías memorias dentro de sus oscuras y temidas celdas. Esta imponente fortaleza, se ubica en el cerro “El Coyotepe”, frente a la ciudad de Masaya.
Cuenta con cuatro torres de vigilancia con una cúpula en cada torre y con una vista estratégica para custodiar toda la ciudad, un objetivo que sus constructores se fijaron cuando empezaron a levantarla en el siglo pasado. La idea era mantener la dominación militar de esta zona, ya que cerca de ahí -en ese entonces- se controlaba el paso del Ferrocarril del Pacífico que unía a Managua con las ciudades de Masaya y Granada.
Cabe señalar, que el cerro “El Coyotepe” y el cerro “La Barranca”, este segundo vecino a la fortaleza, son escenarios de históricos combates de tres hechos que ocurrieron en Nicaragua: la Revolución Liberal de 1893, la invasión estadounidense de 1912 y la Revolución Popular Sandinista de 1979.
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ToggleEL Coyotepe: Para lo bueno…y lo malo
Aunque actualmente la monumental estructura funciona como museo y un sitio turístico bajo la administración de la Asociación Scout de Nicaragua, también aquí se guardan historias tenebrosas, es la memoria cruel y silenciosa de las acciones violentas de la dictadura de Anastasio Somoza y de el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
De acuerdo a un historiador local quien pidió hablar bajo anonimato, esta fortaleza no solo ha servido para acciones políticas justas como defender la soberanía del país de tropas invasoras como las norteamericanas en 1912, también para lo malo.
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“Fue cárcel de torturas para los opositores a la dictadura de Somoza. En 1936, por ejemplo, mandó a construir un sótano bajo la fortaleza que sirvió como prisión para sus enemigos políticos. Ahí se cometieron varias atrocidades”, expuso.
El Coyote: Lugar de lamentos
El lugar cuenta con prisiones oscuras, sin ningún acceso a la luz del sol. En esa sección de celdas, la dictadura somocista recluyó a personas odiadas por el dictador, sin derecho a movilidad, ni ningún otro privilegio.
“En esa prisión, los opositores a Anastasio Somoza sufrían de torturas físicas por parte de la Guardia, les arrancaban las uñas con alicates, les apagaban cigarrillos encendidos en su piel y hasta los golpeaban con las culatas de los rifles. Además, eran sometidos a torturas psicológicas también”, afirma el historiador.
El experto recordó que en 1979, después de la Revolución Popular Sandinista, el gobierno tomó la fortaleza y la utilizó también como prisión de sus opositores, imitando el mismo modelo de la dictadura que el entonces nuevo régimen logró derrocar. “Cuando el sandinismo se hizo del poder con la fuerza de las armas, liberó a unos 800 presos que estaban recluidos al momento del estallido armado, pero en meses, la llenó de otros presos a quienes acusaron de simpatizar con la anterior dictadura”, contó.
Según el historiador, el sandinismo de esa época ocupó la fortaleza como cárcel, hasta que en 1983, decidieron entregar las instalaciones a la Asociación de Niños Sandinistas (ANS). Estuvo en sus manos hasta 1991, cuando Violeta Barrios de Chamorro le ganó la presidencia al sandinismo en elecciones libres y transparentes. El gobierno democrático regresó a la Asociación de Scouts de Nicaragua, la administración de la Fortaleza.
“Es que en 1964, el entonces presidente de Nicaragua de 1963-1966, René Schick Gutiérrez, donó a los Scouts el edificio y sus 52 manzanas de tierra del cerro El Coyotepe, donde actualmente se ubica el Campo Escuela Nacional Scout. Ahora, en 2018, el lugar fue utilizado como madriguera de paramilitares. Allá se escondían y de allá salían con órdenes de asesinar a manifestantes opositores al régimen de Daniel Ortega”, relató el estudioso.
Base de paramilitares
Un exfuncionario de la alcaldía de Masaya, militante todavía del régimen, pero inconforme con las últimas acciones de su partido, dijo bajo condición de anonimato que en medio de la crisis política de abril de 2018 las instalaciones fueron ocupadas por el régimen como “base de mandos policiales y parapolicías” responsables de ataques armados contra la población alzada de Masaya.
Señala que la fortaleza, más que lugar de cárcel, fue como el sitio dónde se reunían para planificar los ataques que más adelante, se conocieron como acciones de la llamada “operación limpieza” en la ciudad y que el régimen replicó en todo el país. Esas acciones armadas dejaron 355 muertos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH.
“El lugar estuvo bajo custodia policial en esos días. Ahí también se establecieron, además de los compañeros armados, fuerzas policiales de choque como antimotines”, dijo el partidario.
El exfuncionario afirmó también que quienes actualmente están a cargo de la administración de la Fortaleza “El Coyotepe” en Masaya, son gente afín al partido. “El que está a cargo del lugar es jefe UVE (Unidades de Victoria Electoral). Le han dicho que debe estar disponible según las circunstancias del país”, advierte.
Estructura de “La Fortaleza”
La edificación “El Coyotepe” es una construcción con más de un siglo en pie. Debajo de las cuatro torres, hay 23 celdas, que son las más iluminadas y ventiladas de todo el lugar. Los calabozos están diseñados para una capacidad total de 400 prisioneros. Cada celda, cuenta con un espacio donde hay un hoyo en el piso que funcionaba como sanitario donde los reclusos hacían sus necesidades fisiológicas.
En el segundo nivel, debajo del primero, se presume que encarcelaban a los cautivos de interés para el régimen, los que más sufrían. Este nivel, lo conforman 16 celdas con capacidad aproximada para 200 prisioneros. El edificio contaba también con oficinas administrativas, donde los carceleros llevaban los registros de los detenidos.