El transfeminismo ha sido clave en el feminismo contemporáneo al integrar las demandas de las personas trans, buscando no solo su inclusión, sino la creación de espacios de resistencia y empoderamiento. Sin embargo, como destacan informes de Human Rights Watch, las personas trans siguen enfrentando violencia, discriminación y barreras legales, especialmente en áreas como la identidad de género, empleo y educación. Estos desafíos reflejan la necesidad de avanzar hacia una verdadera igualdad y equidad.
En este contexto, Concha, defensora de los derechos humanos y activista, y La Dámaso, también defensora de Derechos Humanos y con vasta experiencia en el acompañamiento, luchan por los derechos de las personas trans. Ambas, desde la comodidad de sus casas y con un café en mano, compartieron con Intertextual sus reflexiones sobre el contexto actual, justo antes de la próxima manifestación del #8Marzo.
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Durante su conversación, coincidieron en varios puntos clave y destacaron los siguientes, para Concha el transfeminismo, va más allá de la reivindicación de derechos. Es un espacio de creación colectiva, donde las historias se cuentan desde la vivencia personal.
«El transfeminismo me ha permitido contar la historia de mis ancestras, ancestres y ancestros, pero también la mía, desde la primera persona», comparte Concha, dejando claro que es crucial que las personas trans sean las que narren su propia historia, y no desde una visión ajena o privilegiada.
Por su parte, La Damaso coincide en que la construcción del transfeminismo es un proceso personal y colectivo. Desde su experiencia, comparte: «He vivido el feminismo desde la transgeneridad. Creo que muchas compañeras transfeministas se nutren de diversas influencias, pero para mí, el feminismo ha sido una casa, una escuela y un espacio seguro.
He aprendido a defender mi libertad y mi valor. Aunque ese camino ha sido difícil y, a veces, costoso, los logros que he alcanzado son significativo. Para muchos, pueden parecer pequeños, pero para mí, identificarme con el nombre que elegí es un logro persona, aunque no se haya reconocido en mi país», dijo la activista.
Obstáculos en la Realidad Trans
Concha, apunta que uno de los mayores obstáculos para las personas trans en Centroamérica es la falta de políticas públicas efectivas. El escaso accionar estatal permite que persista una conducta heteronormada instaurada por el sistema, lo que resulta en violaciones de derechos fundamentales. «La falta de políticas públicas y la discriminación social impiden que las personas trans accedan a servicios básicos como la salud, la educación, la identidad de género legal, y otros derechos laborales», explica Concha.

La Damaso también destaca las dificultades que enfrentas las personas trans, especialmente en el ámbito laboral, «uno de los mayores retos es que se note lo trans. Las empresas, incluso al postularte en línea, ni siquiera te llaman para una entrevista. Cuando te presentas en persona, el miedo de ser rechazada o discriminada es constante. A veces, se trata de elegir entre ser explotada laboralmente o no tener qué comer. Esto refleja cómo la sociedad nos limita a un espacio reducido, sin reconocernos como personas con potencial y capacidades. He sentido como tengo que hacer “exaltar” mi inteligencia para que gente cis me tome en serio», mencionó.
La precariedad en las condiciones de vida afecta directamente el bienestar emocional y la autoestima. «La migración, la violencia y la invisibilidad de los estados hacia las disidencias son grandes barreras. El descanso mismo se convierte en un privilegio de nosotras», agrega Concha, enfatizando las tensiones que enfrentan las personas trans al intentar vivir con dignidad.
El cuerpo como primer Territorio de Defensa
Al hablar de la lucha transfeminista, Concha se refiere al cuerpo como el primer territorio de defensa. «El cuerpo es nuestro primer espacio de resistencia, donde se libra la lucha por el reconocimiento y la autodeterminación, sino también el lugar donde se genera la resistencia cotidiana y el empoderamiento personal», dijo.
La Damaso también hace referencia al cuerpo como un espacio de lucha, pero desde su experiencia en el acompañamiento a personas trans. «Ha sido una experiencia difícil. He vivido en carne propia la violencia, lo que me ha permitido entender cómo nos incapacita ser tratados como inferiores. El miedo es constante, especialmente cuando ves acercarse a personas que representan la autoridad. Acompañar a quienes a traviesan estas realidades es un reto grande, sobre todo cuando empatizas con ellas. La violencia que enfrentamos como migrantes muchas veces se disfraza. A veces, la discriminación se presenta como xenofobia, o simplemente le ponemos ese nombre porque duele menos.»
Hacia un futuro inclusivo

Las palabras de Concha y La Damaso resuenan en un continente marcado por las adversidades, pero también por una lucha constante por la equidad y los derechos, que persiste aún con las barreras que las personas trans enfrentan en la región.
Según Human Rights Watch, la gran mayoría de las personas trans y de género diverso en el mundo aún no tienen acceso al reconocimiento de su identidad de género por parte del Estado y en muchos de los países de Latinoamérica la esperanza de vida es de 34 años.
Las historias personales y colectivas de ambas, no solo visibilizan las realidades de las personas trans, sino que también se refuerza la necesidad de construir redes de apoyo y transformación. Agradecemos su valentía al compartir sus experiencias, que nos recuerdan que, pese a los desafíos, el camino hacia un futuro más justo y libre sigue siendo posible.