El porcentaje de la población que se encuentra en el subempleo es del 45%, según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) en su Informe “Empleo de la Encuesta Continua de los Hogares al Segundo Trimestre de 2021”.
Dayana Beteta tiene 21 años de edad, es madre de familia y a raíz de que su pareja se quedara sin empleo hace más de un año, se vio obligada a vender ropa a través de las redes sociales.
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La necesidad la hizo arriesgarse y en plena pandemia abrió su negocio en junio del año pasado. Para ella, la tecnología es una gran aliada que le permite ofrecer sus productos a través de las plataformas digitales. “Tengo aceptación del público, gracias a Dios me va a bien, ahora con la facilidad de compras en línea he generado mis propios ingresos”, detalla la joven emprendedora.
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El trabajo informal es lo que permite a miles de familias salir adelante en Nicaragua y en este concepto se engloba “todas aquellas ocupaciones y formas de producción, que son ejercidas por personas o empleados que reciben ingresos cuyas condiciones de trabajo no se encuentran reguladas por un marco legal”, se describe en el sitio web Economipedia.
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El caso de Dayana no es aislado. En Rivas muchos jóvenes se arriesgan a desarrollar un emprendimiento o micronegocio sin haber realizado un estudio de mercado o análisis del entorno. Básicamente buscan alternativas rápidas para poder hacer frente a la crisis económica y política del país, que se desencadenó con los sucesos de abril del 2018 y que se agravó con la llegada de la pandemia del COVID 19.
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ToggleSin estímulos, ni políticas públicas
En la actualidad las familias nicaragüenses no tienen mucha capacidad de compra y las políticas públicas no se adecuan a las necesidades financieras del emprendedor.
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“Aquí en Nicaragua no hay una política pública que promueva a los emprendedores. En países como México o Ecuador existe una política fiscal que los exonera para no descapitalizarlos y estimular así a la juventud a innovar, a que sus empresas crezcan y por tanto se aumente la oportunidad laboral”, afirmó el economista rivense, Róger Palma.
Según la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES) el trabajo informal representa un 70% de la economía nacional.
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El turismo se fue a pique
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Rivas se ha caracterizado por ser uno de los departamentos con mayor inversión extranjera, pero a raíz de la crisis económica del 2018 el turismo, una de las áreas de mayor interés para los inversionistas, decayó en gran medida, situación que se acrecentó con la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus.
El panorama de los rivenses ha cambiado y ahora se puede observar todo tipo de negocios. Sobre la carretera panamericana, o por las principales calles del departamento, se ve a personas ofreciendo desde ropa usada hasta comida preparada.
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Rafaela del Socorro Abarca Martínez es una de varios emprendedores surgidos a raíz de la crisis sanitaria. “Hace más de un año tomé la iniciativa de instalar en la casa mi propio negocio de fritanga. Yo antes trabajaba como doméstica, pero me quedé en el desempleo cuando la pandemia estaba bien fuerte. Lo hice por necesidad ya que debía apoyar a mi hijo, quien está en la universidad”, relató la habitante del municipio de Potosí.
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De acuerdo al medio especializado Expansión-Datos Macros: “el PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Nicaragua en 2020 fue de 1.701 euros, por lo que se encuentra en la parte final de la tabla, en el puesto 147. Sus habitantes tienen un bajísimo nivel de vida en relación a los 196 países del ranking de PIB per cápita”, detalla el sitio web.