La imagen de San Pedro quedó recluida en el altar mayor del templo, sin poder recorrer las calles del municipio, no se permitió seguir una tradición de más de 300 años.
Por: Intertextual/ Voces en Libertad/ contacto@intertextualcr.com
El templo estaba abarrotado de decenas de fieles católicos del legendario pueblo del Diriá que asistieron a la misa solemne que presidió el obispo de la diócesis de Granada Monseñor Jorge Solórzano, en ocasión de las fiestas patronales en honor a San Pedro apóstol.
Los promesantes guardaban la esperanza que una vez concluida la ceremonia religiosa la imagen de San Pedro saliera al menos al atrio del templo, pero sus cargadores tradicionales, tenían la orientación de las autoridades religiosas bailar el santo patrono solo en el altar mayor.
En los alrededores del templo se mantuvieron alrededor de diez policías, para asegurarse que la imagen no saliera a recorrer las calles del municipio, como parte de una guerra frontal que mantiene el régimen de Daniel Ortega contra la jerarquía de la iglesia católica, al tildar a los obispos de “golpista”, por su papel en el Diálogo Nacional en mayo del 2018.
Alegres, pero…
Al escuchar a los filarmónicos dentro del templo, los fieles empezaron a bailarle a la imagen de San Pedro por favores recibidos. En el lugar, se vivió un ambiente festivo, pero a la vez de frustración, porque no se permitió seguir una tradición de más de 300 años, como es la procesión de San Pedro por las calles del pueblo laborioso del Cacique Diriangén.
“Cómo católicos vivimos lo más grande de nuestra fe, como es la celebración de la eucaristía en honor a nuestro santo patrono, pero nos duele ver que no salga la imagen de San Pedro a recorrer las calles del pueblo, donde las familias, desde su casa esperan ver pasar al patrono”, se quejó uno de los feligreses.
En su homilía, el obispo de la diócesis de Granada monseñor Jorge Solórzano mantuvo la posición de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, al evitar referirse a las prohibiciones que Ortega mantiene a los actos de piedad religiosa, donde no permite que ninguna procesión se realice en los municipios del país.
Pero alcaldía sandinista si está de fiesta
La alcaldía sandinista del municipio de Diriá que preside la orteguista Catalina Maltez, impulsó un sinnúmero de actividades, como parte de la celebración de las fiestas patronales. Una de las primeras fue el desfile hípico que contó con la participación de montados de la ciudad de Granada y los municipios de Masaya, Nandaime y Diriomo.
Otra de las actividades paralelas a la parroquia San Pedro, fue la elección de las reinas de las fiestas patronales, donde las candidatas recorrieron en carrozas las principales calles del municipio del Diriá.
También se realizó la fiesta de coronación de la reina de las fiestas patronales en la plazoleta del parque municipal, donde la entrada a los asistentes no tuvo ningún costo, porque el pago de la contratación del grupo musical Costa Azul la asumió la alcaldía municipal con los impuestos de los pobladores.
“No comprendo porque Ortega prohíbe la procesión de San Pedro en nuestro pueblo y por el otro lado promueve el ambiente carnavalesco, donde sus políticos locales con su trillado discurso agradecen todo a su buen gobierno, creemos que esto tiene que cambiar pronto, porque no podemos perder nuestra identidad religiosa”, señala bajo anonimato un líder político opositor.
Sin bailes populares
El Baile de las Astillas es una de las representaciones folclóricas más representativas durante las fiestas patronales del Diriá, que nace producto del mestizaje que reflejan los elementos de la cultura prehispánica y colonial, donde los fieles al son de los filarmónicos se azotan con una astilla de madera, sin tomar ninguna represalia contra su rival.
Este año esta tradición la escenificaron un grupos de niños en el atrio de la iglesia, quienes se latigaron con pedazos de cartón tratando de asemejar a una espada de San Pedro. Mientras que dentro del templo, algunos promesantes bailaron con la tradicional Vaquita que intercede, para detener la lucha de los promesantes con las astillas de madera.
“Nos alegra ver esos niños, realizando el baile de la astilla, eso nos demuestra que la tradición de un pueblo es difícil de arrebatar”, comentó uno de los folcloristas locales bajo anonimato por temor a represalias.