Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
Hace cinco años que el día de las madres en Nicaragua no se celebra, se conmemora. El 30 de mayo de 2018, fue vandalizado con ataques de paramilitares y francotiradores contra la Marcha de las Madres organizada por estudiantes universitarios y madres que pedían justicia por las víctimas mortales de abril.
La marcha es recordada como la madre de las marchas por las miles y miles de personas que se autoconvocaron exigiendo justicia por los asesinados y libertad para las y los presos políticos. De la capital hay imágenes que demuestran la inmensidad de esa marcha donde iba niñez, juventud y personas adultas.
La marcha inicio desde la rotonda Jean Paul Genie hasta llegar a la Universidad Centroamericana. El luto en el rostro de madres que habían perdido a sus hijos era evidente entre su llanto gritaban ¡Justicia! Los rostros de las primeras víctimas de abril estaban plasmados en pancartas y sobresalían entre la multitud y cruces que portaban estudiantes junto a mochilas simbolizando que habían asesinado estudiantes.
Las acciones violentas no fueron solamente contra estudiantes entre las víctimas hay niños y hombres trabajadores y mujeres, los crímenes contra estas personas continúan en la impunidad. Mientras organismos de derechos humanos recuerdan la escalada y sistemática violencia del gobierno contra el pueblo de Nicaragua.
La marcha había llegado a la UCA, en redes sociales se viralizaron las imágenes, donde la multitud coreaba las frases de justicia, libertad y democracia. De pronto se escucharon los gritos “¡están atacando!” las personas que estaban encabezando la marcha se regresaban corriendo de manera despavorida, mientras otras en su mayoría jóvenes decidieron enfrentar las balas con tiradoras, piedras y morteros.
Comenzaron a salir heridos que eran montados en moto. La sangre estaba tiñendo las calles de ese lugar y los reportes indicaban que aumenta la lista de asesinados en Nicaragua ese 30 de mayo. Según un recuento son más de 16 víctimas mortales del 30 de mayo de mayo de 2018.
En Managua las vidas de Orlando Daniel Aguirre Córdoba, 15 años, estudiante de sexto grado. Jonathan Eduardo Morazán Meza, 21 años, universitario, Francisco Javier Reyes Zapata, 34 años, contador y comerciante, Edgard Guevara Portobanco, 38 años, taxista y universitario, fueron silenciadas.
A Orlando Daniel Aguirre Córdoba, 15 años, “Su solidaridad con las madres le costó la vida “indicó su familia. Yadira del Socorro Córdoba Obando madre de Orlandito dijo que su hijo “era un niño alegre, entusiasta, risueño y no le gustaba ver triste a la familia.” De la participación de su hijo en la marcha de las madres doña Yadira comenta que días antes del 30 de mayo, el joven le propuso ir a la marcha, su hijo lamentaba que esas madres no tuvieran ya a sus hijos. Doña Yadira no pudo acompañarlo porque estaba muy cansada. Él la felicitó por su día y se despidió tranquilo. “Ese día yo me sentí muy cansada y no fui a la marcha, pero no le quité a él el deseo de que fuera. Eran las madres y todos pensábamos que no iban a reprimir. Nadie se podía imaginar lo que iba a suceder, nadie pensaba que se atreverían a atacar. Y ese día yo me convertí en una de esas madres”, reflexionó con tristeza.
Una de las muertes que impacto fuertemente en Nicaragua fue la de Jonathan Eduardo Morazán Meza, de 21 años y universitario. Y los desgarradores gritos de su padre diciendo su nombre en la tumba.
En la biografía que se puede leer en AMA Y NO OLVIDA dice la hermana de Jonathan “mi hermano había recibido un disparo certero en su cabeza el 30 de mayo en la masacre del día de las madres, tenía una muerte cerebral sólo tenía 10% de probabilidad de sobrevivir y nos aferrábamos a ese 10 % pero esas probabilidades se apagaron un día como hoy mi hermano no resistió más y llevo su resistencia al cielo.”
Morazan fue uno de esos jóvenes que termino dando la vida por Nicaragua, saliendo a las calles que no fue indiferente con el dolor del pueblo.
«Pueden pasar años y aun se siente como el día uno. Hoy más lleno de frustración. Un año que no sabes que puede pasar, pero en medio de todo esto, existe esperanza de cambios. Que tu muerte no sea un número más de impunidad en este país. Seguimos gritando tu nombre, estamos sedientas de Justicia y pase lo que pase, no nos vamos a rendir. Jonathan Morazán por vos resistimos» dijo Tamara Morazán.
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En esa misma marcha de las madres andaban dos jóvenes de Nindirí- Masaya quienes fueron impactados con certeros tiros de francotiradores. Y en Monimbó una ofensiva de la policía deja otro muerto. Las víctimas son: Daniel Josías Reyes Rivera, 25 años, Maycol Cipriano González Hernández, 34 años, Carlos Manuel Díaz, 20 años.
Daniel Reyes, en su momento dijo “La lucha es de todos, no sólo de los que andan en las calles.” Reyes vivía en Ticuantepe y cursaba el tercer año de Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad de Ciencias Comerciales (UCC). “Quería superarse en la vida, tenía muchos sueños, quería tener su propia clínica veterinaria. Amaba los animales y en la casa tenía, ovejas, perros y gatos”, dice su mamá, Alejandra Rivera.
Mientras tanto su padre Cándido Reyes Luna, recuerda a su hijo como un estudiante muy esforzado y en su trabajo “Anhelaba terminar su carrera y ayudar a su familia.
Por su parte Maycol Cipriano Gonzáles, participaba de la Marcha de las Madres y llegó hasta el sector de la UNI. Sus familiares indican, citando a testigos, que francotiradores apostados en el techo del estadio Denis Martínez realizaron disparos a los manifestantes. Maycol fue herido en el abdomen por un impacto de bala; aunque ingresó con vida al hospital Metropolitano, falleció sobre las siete de la noche.
Del departamento de Chinandega hubo dos víctimas asesinadas: Juan Alejandro Zepeda Ortiz de 18 años y Rudy Antonio Hernández Almendares de 34 años.
Rudy no estaba de acuerdo con lo que pasaba en el país. Participaba en las marchas y andaba con la bandera azul y blanco en el triciclo. “Desde que él caminaba su bandera azul y blanco, a él lo andaban en la mira. Los vecinos lo amenazaban, le decían que le iban a quemar el triciclo”, comentó su hermana.
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La hermanade de Rudy añade que en la marcha del día de las madres “él iba adelante, cuando de repente le salió una persona que le disparó a quemarropa. Dicen que estaba como escondido y le salió, le pegó el balazo y él inmediatamente cayó”. Sin ocultar su dolor por la muerte de su hermano y por sus tres sobrinos huérfanos, dijo “queremos justicia, porque no solo le hicieron daño a una persona sino a una familia, a una madre, a un padre, a los hijos, a los hermanos. Dejaron a tres niños chiquitos en la orfandad”.
En Estelí las fuerzas de choque y paramilitares en esa ciudad asesinaron a dos jóvenes universitarios: Cruz Alberto Obregón López de 24 años y Dodanim Castiblanco de 26 años.
Cruz Alberto Obregón López, era un estudiante universitario de Ingeniería civil en la UNI e Ingeniería en Energías Renovables en la UNAN-FAREM de Estelí. Le faltaba un semestre para terminar ambas carreras. Su abuela materna Manuela del Carmen Pérez, lo recuerda como “un muchacho humilde, tranquilo, educado, muy alegre y siempre dispuesto a ayudar a las otras personas.” La familia de Cruz Alberto había sido sandinista, pero cambiaron su forma de pensar “porque no estaban de acuerdo con lo que el gobierno estaba haciendo”.
Dodanim Castiblanco recibió un disparo de rifle 22 en el pecho alrededor de las cinco de la tarde del 30 de mayo de 2018, cuando participaba en una marcha antigubernamental en la ciudad de Estelí.
Su padre Luis Amado Castilblanco Rodríguez recuerda que su hijo estudiaba Ingeniería agroindustrial y ya había puesto en práctica sus conocimientos con la fabricación de una picadora de pasto y de unos hornos para secar semillas, ahumar queso y hacer pan (…) Tenía una inteligencia tan grande, aprendía solo, inventaba y era muy creativo. Él quería prepararse más y seguir estudiando”.
El joven dejo en la orfandad a dos menores de edad a quienes soñaba cuidarlos y prepáralos siendo un padre amoroso. Una de sus hermanas recuerda “era muy creativo, estaba trabajando en un proyecto para crear pequeñas empresas y ayudar al desarrollo de la economía del país. Era una persona de hacer; no era muy expresivo, pero actuaba. Ganaba premios y donde llegaba con sus acciones transformaba, era líder. Abrió un camino y se unió a los jóvenes en contra de la injusticia”, subraya.
Jóvenes de distintas organizaciones recuerdan esta efeméride en su quinto aniversario, reconociendo el trabajo incansable de las madres de todas las víctimas quienes con valor han enfrentado al gobierno Ortega Murillo pidiendo justicia por sus hijos. “Recordamos con reverencia y profundo respeto a las Madres de Abril, incansables defensoras de justicia por sus hijos asesinados bajo la dictadura de Ortega. Sus luchas y su resistencia son un faro de luz en nuestras tinieblas, un testimonio de la tenacidad del espíritu humano ante la adversidad.”
Estas madres exigen “la justicia, la reparación y garantías de no repetición” las organizaciones juveniles añaden que las exigencias de las madres “no solo es un llamado al corazón de Nicaragua, sino un grito resonante a la conciencia del mundo. Esta demanda constituye el pilar fundamental de nuestra lucha por la democracia y la libertad.”
El comunicado las y los jóvenes aseguran que seguirán honrando a las Madres de Abril “reafirmamos nuestro compromiso con la justicia y la democracia. No olvidamos. No perdonamos. No nos rendimos. Por nuestras madres, por Nicaragua, seguiremos luchando hasta el final.”