La Conferencia Episcopal de Panamá tildó de «atentado a la dignidad» del pueblo nicaragüense la expulsión de ese país del obispo de la diócesis de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, monseñor Carlos Herrera.
Este destierro, que según la información disponible se dio el pasado 13 de noviembre luego de que Herrera denunciara en una misa el «sacrilegio» del alcalde oficialista del municipio de Jinotega, Leónidas Centeno, «representa no solo una agresión contra la Iglesia, sino también un atentado a la dignidad y los derechos fundamentales del pueblo nicaragüense».
Así lo expresó el Episcopado panameño en un «mensaje de solidaridad» difundido este viernes en sus redes sociales, en el que expresa «su profunda consternación y dolor ante las injusticias que continúan afectado al querido pueblo de Nicaragua y a su Iglesia».
La expulsión del obispo Herrera se suma a las de los obispos Rolando Álvarez e Isidoro Mora, desterrados y desnacionalizados este año según ha denunciado la ONG Colectivo Nicaragua Nunca Más, que ha señalado que además en 2019 el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, «debió exiliarse tras recibir amenazas de muerte».
Desde 2018 «la dictadura de Nicaragua representada por Daniel Ortega y Rosario Murillo, que ha llevado al destierro y exilio a más de 200 personas religiosas», cancelado «más de 1.262 organizaciones religiosas», y se han perpetrado «más de 870 ataques contra la Iglesia Católica», ha dicho el Colectivo.
También varios centenares de políticos, escritores y artistas críticos del Gobierno de Ortega, en el poder desde 2007 bajo acusaciones de autoritarismo, han sido desterrados y despojados de su nacionalidad.
«Como hermanos en la fe, no podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas en Nicaragua. Nos solidarizamos con su dolor y reafirmamos nuestro apoyo a los pastores que, con valentía y fidelidad, continúan defendiendo la verdad, la justicia y la libertad religiosa, pilares esenciales de una sociedad justa y en paz», añade la misiva del Episcopado panameño.