Para 2021, la producción de calzado a nivel nacional incrementó hasta 14 millones de pares.
Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
Registros del sector calzado señalan que aproximadamente el 60% de las operaciones de manufactura de calzado en Nicaragua están localizadas entre Masaya y Granada, mientras que un 10% se encuentra en Estelí, otro 10% en Managua y el resto en otros departamentos.
A paso lento camina don Eugenio. Este día estrena su nuevo calzado artesanal elaborado en un taller de Masaya. El reloj marca las 12:00 del mediodía y sabe que es hora de llegar al taller de don Miguel, donde lo esperan para entregarle un nuevo pedido de aproximadamente 100 pares de zapatos que luego comercializará al norte de Nicaragua.
Apresurado se dirige por la nueva carretera que conecta con la rotonda de Las Flores, pasando por la gigantesca Cargill. Al llegar al taller, llama a la puerta y lo recibe don Miguel. “Me sorprendí al ver mucho pedido empacado, mientras los trabajadores estaban dándole duro a las máquinas”, recuerda don Eugenio.
Don Miguel recibió a su cliente con mucho entusiasmo a pesar del exceso de trabajo que tenía en el taller, pues asegura que se encuentra en temporada alta. Los ocho artesanos que laboran en este taller, lograron sacar el encargo de don Eugenio en menos de una semana, aparte de otros pedidos que están listos para entregar. “Aquí han iniciado las labores artesanales a tempranas horas del día, incluso antes de las 7:00 de la mañana”, afirma don Miguel.
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ToggleUn oficio que se hereda en Granada y Masaya
El humilde artesano de 48 años de edad y dueño de su taller que aún no cuenta con una marca, narra que sus colaboradores pasan días en la elaboración del calzado como uno de los oficios más rentables para la población de Masaya, uno de los departamentos más pequeños del país. Solo en 2015, Nicaragua registró una producción récord de nueve millones de pares de zapatos, lo que generó ingresos por 50 millones de dólares. Para 2021, la producción de calzado a nivel nacional incrementó hasta 14 millones de pares.
“Nosotros cada semana sacamos 400 pares y eso es buenísimo porque en años atrás el taller era más pequeño, contaba con menos trabajadores, pero ahora hemos crecido”, destaca con orgullo luego de explicar que la producción de zapatos antes de 2018, era de 200 pares cada semana.
Don Miguel describe que a Masaya y sus pintorescos municipios se le reconoce por la producción artesanal como una herencia generacional por el manejo del cuero, el barro y la pólvora, además de la producción de flores que es otro rubro propio de esta ciudad. El departamento cuenta con una numerosa población que casi llega a los 500 mil habitantes.
¿Cómo se elabora un calzado artesanal?
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Para don Miguel, quien aprendió el oficio de un artesano a los 12 años de edad, la elaboración de un calzado artesanal tiene varias fases. Para este oficio es primordial la planificación, así como la creatividad ya que el génesis del calzado, está en los moldes que se crean en un escenario rústico, silencioso, lleno de papeles y al estilo de un diseñador con una lámpara sobre la mesa, para exhibir los modelos o las muestras de posibles zapatos a elaborar.
En este pequeño espacio de cuatro paredes, don Miguel crea los mejores modelos de calzado para su taller. Ahí están dibujadas en papel todas las muestras de zapatos que ha elaborado en los últimos años. La mayoría son recortes de hojas color celestes que ilustran cada una de las partes de un calzado; el forro, el tacón, la suela, la puntera, los ojetes, la lengüeta, las palas, entre otras.
Muchos de los modelos con los que ya cuenta fueron elaborados por él mismo, sin embargo, hay otros que tiene porque algunos clientes los han llevado por mayor comodidad o exclusividad del zapato, pues en los talleres artesanales, no se limitan a un solo diseño de calzado. “Yo siempre trato de tener nuevos diseños”, asegura.
Don Miguel, agrega que luego de obtener el diseño y acordar con el cliente la cantidad de pares que comprará, él debe de ir a producción exactamente al área de Alistado, como le llaman al primero proceso, donde lo esperan entre dos a tres artesanos quienes se encargan de iniciar con el proceso de elaboración del los moldes del nuevo calzado. “Les paso los moldes y ellos empiezan a elaborar la parte de arriba del zapato”, describe.
Para esta área, don Miguel ya debe contar con materiales como el cuero, los forros, los cordones y los ojetes porque el artesano procura dar forma a detalle del frente, los lados y el talón del zapato. “Es un proceso riguroso que requiere de varias manos, como decimos popularmente”, afirma.
Materia prima con altos costos
El cuero es la principal materia prima que utiliza el artesano de calzado en Masaya, y por ende, es la más costosa por su importación de Guatemala y México. Según don Miguel, el precio de toda la materia prima incrementó hasta en un 30{d237da29b9a6880f2eb7ef6088b9b3c0579bcc2719dbea4317677947c0679070} desde 2018, cuando el país estaba ahogándose en una crisis que todavía no se soluciona.
Después de la crisis política, en 2020, llegó la pandemia y fue otro duro golpe al sector manufactura, porque también se redujo el nivel de las importaciones de cuero. Incluso, el año pasado, varios artesanos incrementaron el precio de sus productos hasta en un 40{d237da29b9a6880f2eb7ef6088b9b3c0579bcc2719dbea4317677947c0679070} debido a la escasez y el alto costo de la materia prima en Nicaragua.
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A pesar de los obstáculos del precio en la producción del calzado nacional, los artesanos siguen resistiendo y creciendo en Masaya. “Habemos un ‘cachimbo’ de artesanos como se dice popularmente, solo yo conozco a al menos 20 dueños de talleres. pero estoy seguro que eso es lo mínimo al total que hay en Masaya”, manifiesta.
Puesta la suela y empacar el zapato
Los talleres grandes de calzado acostumbran a tener máquinas para el proceso de “montado”, como le llaman a la creación de la suela del zapato y el ajuste casi final de su elaboración. Sin embargo, en Masaya hay artesanos que utilizan su experiencia en el oficio para “montar” el zapato utilizando moldes de pies hechos de plásticos y madera llamados hormas y lo van tallando con herramientas manuales. El proceso de montaje es colocarse la suela al calzado.
Aquí al menos dos artesanos se encargan de tallar el zapato que empezó desde el área de “Alistado”. Los encargados del área de “Montado” reciben la pieza del área de “Alistado” y tienen la responsabilidad de entregar el calzado casi terminado. “El zapato debe salir con suela y bien tallado para que finalmente pase al cosido de suelas”, explica don Miguel.
En esta área, el artesano hace uso de una rústica máquina funcional para coser la suela del zapato, la cual como una vieja locomotora afina los últimos retoques de un calzado. “Una vez que está cosida la suela, pasamos a darle los últimos detalles al zapato, brillo, cordón si los lleva”, indica.
Después de coser el zapato, que es la última fase de su elaboración, un artesano se encarga de revisar el calzado y verificar que este no “lleve fallas” para posteriormente “empacarlo y comercializarlo”, explicó.
Luego de conocer el proceso de elaboración artesanal de un calzado en Masaya, don Eugenio emprende su viaje al norte de Nicaragua, listo para comercializar los 100 pares de zapatos que encargó en el taller de don Miguel. La mayoría del calzado que lleva son para hombres, a pesar que la mayor demanda de zapatos en esa ciudad, son los modelos de mujer.
Calzado de Masaya vs Granada
Un artesano de Masaya, cree que si tienen alguna competencia en la producción de calzado cuero es Granada. “Ahí hay buenos talleres”, admite José, un antiguo artesano de la ciudad de Las Flores. “Nosotros en Masaya hacemos más el calzado de mujer y en Granada, son muy buenos en los modelos para varones”, señala.
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Recuerda que desde su niñez, Masaya era “un hormiguero” de talleres de calzado para dama. Los talleres parecían maquinarias de zonas francas con la cantidad de producción que hacían. “Era enorme”, recuerda. Sin embargo, desde hace más de dos décadas, Masaya incursionó en la elaboración de zapatos para hombres, lo cual también ha sido un éxito para los artesanos.
“En un tiempo que estaba chatel (niño) trabajaba en talleres de calzado en Masaya y no habían talleres de calzado para hombres, solo de mujeres”, rememora.