Cuatro niños que de un día para otro, un matrimonio con la edad de dos abuelos, los forzaron a dejar su casa, escuela, amigos y familiares. Son hijos de perseguidos políticos y luchan para adaptarse a la vida que ahora tienen. Esta es su historia.
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¿Por qué no pueden regresar a Nicaragua? La pregunta ronda en sus pequeñas cabecitas a sus padre en el exilio. Sus padres saben la respuesta, y sabrían explicarlo, pero también saben que hacerse entender, podría ser más complicado de lo que parece.
Son menores bastante listos y han vivido mucho pese a su corta edad, pero podría costarles creer que existe tanta maldad. Han oído decir que en su país, una pareja de septuagenarios, abuelos de niños de su edad, ordenaron persecución y cárcel contra sus padres y por eso ahora viven en otro país. Sus nombres: Andrés Galeano, Alejandra Mendoza, Dayma Medina y Alejandra Maradiaga.
¿Qué delitos cometieron sus padres?¿Y qué ellos para sufrir lo que viven? Han dejado casa, escuelas, amigos, abuelos y otros parientes y son obligados a otra vida en la que no tuvieron elección.
Para estos menores llegar y quedarse en Estados Unidos, inició siendo una aventura, pero en todo este tiempo ha sido una pesadilla, principalmente por el idioma, la cultura y el “reinicio” de sus vidas. Sin embargo, con resiliencia y el amor de sus padres, han logrado poco a poco vencer cualquier barrera para finalmente adaptarse al que será por muchos años su nuevo hogar.
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ToggleExilio: El más pequeño de su salón
A la edad de cinco años, Andrés Galeano llegó a Miami, Florida, junto a sus padres. Salió de Nicaragua el 22 de diciembre de 2018, tras girarse una orden de captura en contra de su padre, el periodista Luis Galeano, quién estuvo en la mira del régimen de Daniel Ortega por sus constantes denuncias de violaciones a los derechos humanos.
“Cuando entramos al aula todos me quedaron viendo como raro y cuando yo me fui a sentar alguien me habló en inglés y yo dije: I don´t speak english, cuando eso pasó, todos me empezaron a hablar en español, pero en el segundo día de escuela me empezaron a bullear (acosar) por ser el más pequeño”, recuerda Andrés.
Su papá cuenta que inicialmente el pequeño se rehusaba a ir a clases y decía que esa no era su escuela, sino el “Kinder Jardín de María”, en Managua, donde lo esperaban sus amiguitos y su maestra. “Los primeros días fueron muy duros, el llanto de él, con el nuestro, la frustración y el dolor son cosas que yo no se las deseo a ningún niño ni a ningunos padres”, dice Galeano.
Bullying por no saber inglés
Situación similar vivió Alejandra Maradiaga Valle, hija del expreso y desterrado político Félix Maradiaga. Ella junto a su familia tuvieron que salir de Nicaragua en junio de 2018, sin tener una fecha de retorno.
Berta Valle, mamá de Alejandra, narra que iniciar la escuela significó un desafío grande por la forma tan abrupta en la que salieron del país, sumado al idioma y el bullying que sufrió por ser la “nueva” que no hablaba inglés.
“Veníamos de esta ruptura de su entorno natural en Nicaragua, a un país que no conoce, a un idioma también que no conoce. Lo otro también complicado fue el tema del bullying, porque pasa lo mismo, en el caso de Alejandra era una niña nueva en la escuela que estaba aprendiendo a hablar el idioma y se enfrentaba a otros niños que de repente hacían comentarios despectivos… Esa parte fue bien difícil”, explica.
La barrera del idioma para un niño exiliado
Margin Pozo, mamá de Alejandra Mendoza, cuenta que a su hija sí le gustó la integración en su nueva escuela. El único obstáculo que entristeció a la pequeña fue que ni su maestra, ni ninguno de sus nuevos compañeritos hablaba español y eso dificultó que pudiera hacer amigos nuevos.
“Ella estaba contenta, pero cuando escuchó que no había más niños que hablaban español, eso la puso un poco triste, porque ella sentía que no podía interactuar mucho con los demás niños y jugar. Ella era la única latina en el aula de clase”, relata Margin, esposa del cronista deportivo, excarcelado y desterrado político Miguel Mendoza.
La mayor frustración de Alejandra, era que sus compañeros no le entendían y ella tampoco comprendía lo que le querían decir por la barrera del idioma.
Una videollamada de despedida
“Yo me quiero ir ya, yo no quiero tener esta vida aquí”, dijo entre lágrimas Dayma Medina en una conversación con su mamá. Ella junto a sus padres fue desterrada por el régimen de Daniel Ortega, en julio de 2023, cuando les negaron su retorno a Nicaragua. Al igual que los otros niños, no pudo despedirse de sus amigos, compañeros de escuela ni de su maestra y le tocó empezar de cero junto a su familia en Estados Unidos.
Dayma Sophia, externó su frustración de no poder volver a Nicaragua a jugar con sus amigos mediante actitudes como encerrarse en los roperos, realizar dibujos tristes e incluso escribió el nombre de todos sus compañeros de escuela en una cartulina.
“Nos preguntaba por sus compañeritos de clase, de pronto encontramos cartulinas con todos los nombres de los compañeritos, el nombre de la profesora. Le hicimos videollamada para ver si ella se podía despedir, ya que todo fue drástico, de una forma repentina”, cuenta su mamá Dayra Cruz.
Cuando Dayra habla de este tema, no puede contener las lágrimas. Relata que uno de los momentos más tristes que les ha tocado vivir en Estados Unidos fue una crisis de llanto de Dayma, ya que una de sus nuevas compañeras de escuela, le dijo que nunca más volvería a Nicaragua. “Esto la afectó mucho, no paraba de llorar”, apuntó.
Un mejor porvenir para la niñez
Para la doctora, Isabel Gómez, especialista en Psicología de la Universidad Internacional de la Florida (FIU por sus siglas en inglés) es importante la manera en la que los padres hablan con sus hijos sobre lo ocurrido y que les den la confianza de que el porvenir será mejor.
“Debemos tener cuidado cómo hablarles a los niños y decirles -sí, es malo lo que pasó, pero yo estoy contento porque estoy acá contigo, vamos a seguir adelante- todo depende de los adultos, antes y después que ese niño recibe en su corazón y en su mente de que hay esperanza todavía para tener un mundo mejor”, explica.
La especialista señala que la mayoría de estos niños cuando crezcan serán mucho más fuertes de carácter, debido a la experiencia que les tocó vivir a su corta edad, sin embargo, aclara que no todos son iguales y que algunos pueden crecer con ansiedad, depresión e incluso sentimientos de ira.
La marca del exilio
Por su parte, Ruth Quiroz, especialista en Psicología, explica que la infancia es un periodo muy importante ya que se desarrolla la personalidad y lo que ocurre en ese momento, en el caso de estos niños, dejar atrás a sus amigos, su escuela, familia y su país es fundamental para la historia de vida.
“La reacción, el vínculo que tengamos con nuestros padres, con nuestros cuidadores, va a ser fundamental para cómo se desarrolle esa personalidad. Hay algo que se llama pilares de la personalidad y si esos pilares no quedan bien establecidos en la infancia, pueden tener alguna dificultad para relacionarse a lo largo de la vida, para conectar, para interactuar”, refiere la experta.
Ambas destacan el rol importante de los padres de familia durante el proceso de adaptación de los menores y que deben hacerlos sentir seguros y alentarlos a cumplir nuevas metas.
Oportunidades en otra patria
A pesar de lo mal que la pasaron en un inicio, estas cuatro familias han tratado de pasar la página y con mucho amor y unión han aprendido a ver el lado “positivo” a esta condición a la que fueron obligados por el régimen nicaragüense.
Uno de los puntos positivos que ve Luis Galeano es la calidad de la educación que está recibiendo el pequeño Andrés en Estados Unidos y que lamentablemente, en el sistema escolar público de Nicaragua, no es posible.
“En Nicaragua hay que pagar para que tus hijos aprendan inglés, acá es el entorno el que te obliga a aprenderlo porque es el idioma de este país, y eso es ganancia al final, si lo mirás desde otra perspectiva, mi hijo tiene un activo a su favor, un idioma más, el español y el inglés. Y si a eso le agregás, que se abre un futuro si se forma acá, con las reglas de este país, con la educación de este país, que toca con la universidad y con diferentes instituciones que podrían ser en el futuro el empleo y desarrollo de la persona como tal”, dice el periodista.
La visita a la universidad de Nueva York despertó en Alejandra Mendoza el objetivo de estudiar su carrera universitaria en esa prestigiosa institución, incluso dijo a sus padres que conseguirá una beca, y que al cumplir la mayoría de edad, conseguirá un empleo para costearse el hospedaje y otros gastos.
“El cariño de nosotros ha hecho que vaya aceptando que estamos ahora en un país nuevo, pero que va a ofrecerle a ella oportunidades en el futuro, de aprendizaje, pero también de desarrollo, entonces tiene muchas aspiraciones y nosotros siempre le ponemos al Señor en sus manos el presente y el futuro”, cuenta emocionada Margin, mamá de Alejandra.
Para Berta Valle, la dura experiencia que vivió Alejandra a temprana edad, le está dando la oportunidad de desarrollar habilidades y la capacidad de fortalecer su carácter. “Yo creo que es una oportunidad para nosotros como padres de utilizar este contexto en el cual están viviendo nuestros hijos para enrumbarlos hacia una visión de oportunidad de crecimiento”, expresa.
No todos al mismo ritmo
Dayma, por su parte, ha ido poco a poco adaptándose a la nueva escuela y está cada vez más motivada por los reconocimientos que le han entregado debido a su participación, excelencia académica y responsabilidad al momento de entregar las tareas.
“Nosotros lo hemos ido llevando junto con ella, se ha ido superando, ha ido avanzando y ha ido levantando sus notas…Le han entregado diplomas y se motiva más, eso le ha animado bastante para seguir adelante, para aprender más”, relata Dayra.
Las cuatro familias coinciden en que el amor, la unión familiar y las ganas de salir adelante han sido claves para ir venciendo poco a poco las dificultades que se les han presentado a raíz de las acciones ilegales y arbitrarias del régimen contra ellos y que han afectado directamente a sus familias.
Mientras la familia Ortega-Murillo siga en el poder en Nicaragua, es incierto saber si Andrés, Alejandra, Dayma, Alejandra Mendoza y otros miles de niños retornarán al país que los vio nacer. La única certeza hasta el momento es que todavía tienen que adaptarse a una nueva escuela, nuevos amigos, un nuevo hogar y que el futuro en el país de las oportunidades es prometedor y esperanzador.
Hasta el momento no hay una cifra exacta de la niñez que ha sido empujada al exilio por parte del régimen de Daniel Ortega, sin embargo, cifras de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) revelaron que entre 2018 y 2023, cerca de 935 mil 065 nicaragüenses abandonaron el país, entre ellos hay miles de niños y niñas.
La mayoría de las familias que deciden salir de Nicaragua es por la persecución política y asedio policial, así como por la crisis económica en la que se encuentra el país, que se acrecentó durante la pandemia del Covid-19.