"Antes que la actividad turística, surgiera en las zonas costeras de Tola, la extracción de sal era la única fuente de empleo que existía en los meses de verano", comentó un productor de la zona.
Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
Cada verano, la extracción de sal, vuelve a la vida cada verano en las zona costera del pacífico en la comunidad Indígena, Salinas de Nahualapa, del municipio de Tola en el departamento de Rivas.
Antes de llegar desde la calle que a traviesa la comunidad, se pueden apreciar los pequeños cerros de sal, que “florecen” en cada unas las nueve salineras que se activan generalmente entre los meses de noviembre y abril, con la llegada del verano.
Con ayuda del sol, el viento y el agua proveniente del Océano Pacífico, “producimos entre todos hasta 250 mil quintales de sal por zafra” afirmó Juan Víctor Torrez, administrador de una salinera que pertenece a su papá y a un tío.
Aseguró que la extracción de sal se convierte en cada verano, en una fuente de ingresos para aproximadamente 180 personas que trabajan en las salineras. “En la salinera que estoy administrando generamos 30 puestos de trabajo y producimos entre 40 mil y 49 mil quintales en cada ciclo de cosecha”, detalló.
“El 80 por ciento de la producción de sal que producimos en las salineras se vende a Costa Rica, a 180 córdobas el quintal sin ser procesado y el restante en el mercado nacional para el ganado y la industria del cuero”, comentó.
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Aunque aun no logran procesar la sal para el consumo humano, Torrez detalló que para mejorar los precios ellos ofrecen el producto refinado para la ganadería a 240 córdobas el quintal.
medio siglo laborando San en Tola
José Danilo Busto Duarte, de 67 años, es uno de los que lleva más años inmersos en esta labor, en la cual están expuestos al ardiente sol de verano. Cuenta que lleva medio siglo laborando en la extracción de sal y que está en una labor ancestral en la comunidad .
“Antes de que la actividad turística, surgiera en las zonas costeras de Tola, la extracción de sal era la única fuente de empleo que existía en los meses de verano”, comentó. Busto es uno de 17 socios de la salinera Ninfa Segura y según sus palabras, cuando el invierno entra en escena, ponen fin a la extracción de sal y se dedican a la agricultura.
“La cosecha de sal termina con la llegada del invierno porque el agua dulce no puede mezclarse con la que extraemos del mar y almacenamos en estanques rectangulares de poca profundidad que construimos previo a la llegada del verano. Debido al cambio climático el sol también no es constante para el calentamiento y evaporación del agua”, explicó.
De acuerdo con los salineros, el proceso de extracción de la sal inicia conduciendo el agua del mar hasta los estanques rectagulares o piletas de poca profundidad que están interconectadas mediante compuertas.
El agua marina es bombeada del estero y llega a las piletas de almacenamiento con 3 grados de salinidad. Luego inicia un recorrido por diversas piletas en las cuales el sol y el viento se encargan del proceso de la evaporación del agua.
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A medida que continua el proceso de evaporación, la salinidad del agua incrementa gradualmente hasta llegar a 25 grados de salinidad. “Cuando ya está a 25 grados, el agua pasa a las últimas pilas, donde se cristaliza y desaparece, quedando únicamente la capa de sal que se extrae en 8 días” afirmó Torrez.
Las sal es extraída de las pilas con palas y cepillos plástico. Posteriormente la introducen en sacos y las trasladan a las bodegas para ser comercializadas.