La estrategia de cazar rostros conocidos para lucrarse y exaltar al partido, es una historia que inicia en 1979 con el venerado boxeador nicaragüense, Alexis Argüello. Le han seguido el polémico Ricardo Mayorga y Román “Chocolatito” González, el Cardenal Obando entre otros.
Por: Intertextual/ Voces en Libertad/ contacto@intertextualcr.com
¿Ven aquella bandera rojinegra extendida con sus colores de muerte y sangre? Está sobre los hombros del pequeño boxeador que la exhibe indiferente al coro de voces que le gritan “sapo” y “asesino” desde las tribunas.
¿Ven esas siglas en su protector bucal? Son las cuatro letras que en la mayoría de nicaragüenses causan repulsión y desprecio, las letras de una organización que en nombre de libertades y pueblo, ha causado masacres, dolores colectivos, incendiado familias y acribillado a niños.
Pero eso no le importa al diminuto boxeador que, con los guantes en las manos, ya salta al ring a boxear para tratar de ganar y darle “gracias al comandante”, mientras miles de un lado lo vitorean y otros miles, del otro lado, lo desean ver tendido en la lona con la boca rota y los ojos blancos.
La escena, el escenario anterior, es real y representa un capítulo de tantos en que el boxeador Román González, ha subido a escenarios mundiales cubierto con la bandera rojinegra del represivo partido de gobierno Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y adornado de otros símbolos repulsivos como los logos de la sancionada Policía Nacional y peor aún, los rostros decadentes de los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, artífices de la peor crisis de derechos humanos y represión que América Latina recuerde en décadas.
¿Por qué González está ahí, ganando odios, con la bandera de la muerte en Nicaragua sobre sus hombros?.
Indice
ToggleAquel caso de “talco-tráfico”
Vamos a narrar esta historia de la mano de un cronista deportivo nicaragüense a quien, por seguridad y respeto, se le preserva su identidad. El pequeño boxeador es apenas uno de muchos casos donde el FSLN y su dirigencia apostó a una histórica estrategia para atraer votos y simpatía: reclutar talentos.
En el caso del minúsculo boxeador, no se le conocía nexos o simpatías por el partido de los Ortega-Murillo hasta un incidente insólito que ocurrió en 2014.
Recuerda nuestro cronista que, en febrero de ese año, el hermano del boxeador, Milton González, fue atrapado por la Policía cuando trataba de huir de una patrulla en el barrio La Esperanza de Managua.
Lea también: “Fiscalizando el Poder Local” una radiografía sobre la corrupción en Nicaragua
Al ser detenido cargaba un bloque de polvo blanco de 1,569 gramos de pesos, una pesa digital, insumos para pesar la sustancia y cartuchos de pistola. Se creyó, durante la investigación, que en la huida el sospechoso arrojó el arma y un fajo de dinero antes de ser detenido.
Reputación científica en ruinas
Un moderno edificio de criminalística donado por España y la Unión Europea a la Policía, llamado entonces a convertirse en un referente para la investigación criminal en Centroamérica por sus modernos laboratorios y alta preparación técnica de sus operadores, se estrenó con una prueba de campo a la sustancia que portaba el hermano de González.
La prueba dio positivo a cocaína y el sujeto fue remitido a juicio. Sin embargo, la historia dio un giro que convirtió en cenizas la incipiente fama que estaba destinada al laboratorio: en juicio contra González una segunda prueba del mismo centro criminalístico “determinó” que el polvo blanco no era cocaína, sino talco.
Lea también: Derechos digitales restringidos en Nicaragua con leyes Mordaza
“En los círculos de la crónica se sabían muchas cosas y una de ellas es que la droga en verdad era cocaína y que Milton González no era el dueño, sino el vendedor y que la coca era un negocio sucio de Román González”, dice este cronista.
A partir de ahí, Milton González salió libre y desde entonces Román González abrazó al FSLN, adoptó su bandera y empezó a venerar hasta la idolatría a Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo.
“Lo que han hecho creer es que Román está pagando un favor por la libertad de su hermano, cuando en realidad lo que paga es el precio de su libertad y carrera, porque su hermano al igual que su familia eran tan pobres que no habrían tenido ni para vender marihuana, y que el kilo de cocaína era un negocio del boxeador, pero nadie se atrevió a decirlo así por cariño a Chocolatito y porque la crónica deportiva, siempre se ha manejado así, al margen de los problemas de los atletas fuera del campo”, dice el periodista deportivo.
Todo comenzó con Alexis Argüello
La estrategia de cazar figuras públicas para exaltar al FSLN, es una historia que inicia en 1979 con el venerado boxeador nicaragüense, Alexis Argüello. El 8 de julio de 1979 Argüello subió al ring con una bandera del FSLN para la pelea que sostuvo en el Madison Square Garden de Nueva York contra el púgil mexicano Rafael “Bazooka” Limón.
Aquella pelea, transmitida por las cadenas mundiales de deportes, le sirvió al FSLN para proyectar su símbolo político en momentos que Nicaragua se desangraba en una guerra civil por sacar al dictador de turno Anastasio Somoza Debayle y su familia, quienes al igual que Ortega y Murillo, se aferraban al poder a costa de las libertades de los nicaragüenses.
“Aquella fue una victoria política fugaz, porque al salir con la bandera rojinegra, los sandinistas mostraban al mundo que habían reclutado a una figura que hasta ese año había sido vinculada a Somoza. No olvidemos que Alexis, hasta le dedicó victorias a Somoza, lo acompañó en actividades proselitistas y hasta fue nombrado teniente honorífico de la Guardia Nacional, contra quienes luchaban los sandinistas”, dice nuestro cronista deportivo.
El romance de Alexis con el FSLN terminó mal: cuando los sandinistas llegaron al poder confiscaron los bienes de Argüello y lo declararon enemigo de la patria. Alexis pasó a promover a la Contra, enemiga natural de los sandinistas y vistió el uniforme militar de la resistencia nicaragüense y hasta apareció en público junto al líder guerrillero Edén Pastora.
La propaganda sandinista despotricó contra la imagen de Argüello como “agente de la CIA y mercenario” y en la primera derrota contra Aaron Pryor, en noviembre de 1982, el periódico Barricada, órgano oficial del FSLN, celebró y tituló “KO a la Contra” en su portada.
El retorno del héroe a la trampa
Sin embargo, siempre huérfano de personajes ilustres o héroes propios, el FSLN reclutó a Argüello en 2001, lo promovió a candidato a vicealcalde de Managua en 2005 y lo nombró alcalde de la capital en 2008, en unos comicios irregulares que evidenciaron el primero de muchos fraudes electorales del FSLN desde su regreso al poder en 2007.
La jugada, no obstante, no resultó como Argüello esperaba y pronto se enteró de que era objeto de manipulación: había sido usado como figura pública para atraer votos, pero no tenía libertades de decisión como alcalde de Managua, sino que estaba supeditado a la figura del secretario general de la alcaldía y desde entonces ficha de represión del FSLN, Fidel Moreno, protegido especial de Rosario Murillo y sancionado por Estados Unidos por corrupción y violación de derechos humanos.
En manos del FSLN el final de Alexis fue trágico: se anunció su muerte por suicidio el 1 de julio de 2009. Las investigaciones periodísticas posteriores crearon la gran sospecha que persiste desde entonces: Alexis no se suicidó, lo mataron. Alexis protagonizó una fuerte protesta en la alcaldía, lanzó golpes y amenazó con renunciar y denunciar el fraude electoral que lo puso en la silla edilicia de Managua.
Personeros del FSLN fueron enviados a convencerlo de que no renunciara ni denunciara y así, de madrugada, anunciaron los mismos voceros del régimen que Argüello se había suicidado en circunstancias extrañas.
Luego pasó lo que suele hacer el FSLN con “sus muertos”: lo elevaron a categoría de héroe sandinista, lo homenajean y desde entonces lo cuentan entre sus filas como una leyenda sandinista más.
“Al inicio, nadie dudó que Alexis se hubiera suicidado, se pensó sí que estaba realmente perturbado por el maltrato e irrespeto al que lo sometió el FSLN, pero con el tiempo y las evidencias que presentaron los medios se creó una nube de sospechas graves que uno, a la luz de las actuaciones violentas de la historia de los sandinistas, termina dudando que se suicidó”, dice nuestro cronista deportivo.
La bandera de la muerte sobre los atletas
Después de Alexis, el FSLN buscó ponerle su bandera y sus símbolos a cuanto atleta destacado pudiera, siendo los boxeadores, por su condición de pobreza, escasa educación y ambiciones personales, quienes más han aceptado el rojinegro.
No obstante, no han escapado a esa trampa hasta las selecciones nacionales de béisbol y fútbol.
En octubre de 2022, causó rechazo en redes sociales el uso de la bandera rojinegra en un acto del seleccionado nacional de béisbol organizado por la Federación Nacional de Béisbol, a cargo de otra figura deportiva que terminó en brazos del FSLN: Nemesio Porras, otrora líder de los Indios del Bóer.
Inventaron un “héroe” a la brava
La estrategia del FSLN sin embargo, no se ha centrado solo en figuras deportivas: artistas, escritores, figuras intelectuales y hasta personajes religiosos han sido cooptados para sus fines políticos y propagandísticos.
Así las cosas, se ha visto con banderas a boxeadores como Ricardo Mayorga y otros de fugaces actuaciones decentes, a quienes la influencia sandinista en los poderes del Estado los ha salvado de líos con la justicia y problemas delictivos.
“Parece que viven soñando con héroes y figuras que exalten al FSLN y si no encuentran en esas canteras del deporte, los sacan de cualquier lado”, dice en voz baja el cronista.
Y uno mira el ejemplo de un nuevo “héroe” sandinista: Bismark Martínez, un paramilitar de la alcaldía de Managua muerto en las operaciones limpiezas que el FSLN ejecutó a sangre y fuego contra los manifestantes en las protestas de abril de 2018.
Versiones populares en redes sociales lo ubican como parte de las bandas paramilitares del FSLN que mataron a más de 355 nicaragüenses en las protestas, y asesinado confusamente por sus propios compinches en aquellas noches de violencia.
La propaganda sandinista les creó una historia afín a sus intereses: “un compañero inocente víctima de los golpistas”.
Obando y Bravo: “el pez gordo” de la caza del FSLN
Sin embargo, una de las figuras de mayor peso reclutadas por el FSLN ha sido un otrora gran enemigo de Ortega: el cardenal Miguel Obando y Bravo.
Obando podría definirse, dentro de esta estrategia histórica, como “el pez gordo” que más valor ha significado para las estrategias propagandísticas del FSLN.
En 2005, cuando Ortega buscaba volver al poder después de haber logrado pactar reformas electorales favorables al FSLN con el corrupto expresidente Arnoldo Alemán, la maquinaria sandinista fijó sus ojos en Obando.
Lo hizo por lo bajo: amenazando con prisión por corrupción a Roberto Rivas Reyes, corrupto desde el ADN en sus feudos del Consejo Supremo Electoral y su organización civil-religiosa Coprosa.
Y Obando cayó y calló: no volvió a lanzar otro vivorazo en sus prédicas religiosas como aquel de 1996 contra el FSLN y empezó a bendecir el circo político sandinista, hasta celebrar el matrimonio que por conveniencia planearon Daniel Ortega y Rosario Murillo en 2005.
Entonces la pareja, una vez atornillados en la Presidencia, lo nombró “Cardenal de la Paz”, lo volvió “Héroe Nacional”, lo puso al frente de una comisión de beneficencia y llenó de oro y fango los bolsillos y conciencia de sus allegados, incluyendo a Rivas Reyes, quien desde entonces se volvió garante de sus fraudes electorales.
Eran tiempos aquellos en que el santoral ocupaba la agenda verborreica de Murillo y había elogios, altares y cánticos para ganarse la gracia de la Iglesia, a la que Ortega pidió perdón por los vejámenes cometidos en los años 80, cuando Obando y el clero eran críticos contra los abusos del FSLN contra el pueblo católico.
Murillo, con Obando en el bolsillo, coqueteaba con los curas y adoptó una pose de Madre Dolorosa para atraer al clero a su estrategia rojinegra. Cantó con curas ambiciosos como Neguib Eslaquit y llenó el país de altares, símbolos y frases religiosas.
Obando, como Alexis en su momento y Román González ahora, terminó contagiado del desprecio histórico de la mayoría nicaragüense al FSLN y sus últimos días, hasta su muerte en junio del 2018, pasaron sin pena ni gloria en la conciencia social.