La Insuficiencia Renal Crónica (IRC), ha dejado luto a muchas familias nicaragüenses por la pérdida de sus seres queridos. En el Mapa Nacional de la Salud del país, esta enfermedad ocupa el tercer lugar de decesos con un total de 2 mil 246 personas.
Según la Organización Panamericana de la Salud, OPS, en el año 2019, Nicaragua se caracterizó por ser el país número uno de muertes por enfermedades renales, seguido del Salvador, Bolivia y Guatemala.
La IRC es una de las enfermedades mortales que padecen los nicaragüenses. En los últimos cinco años la insuficiencia renal ocupa el lugar número de enfermedades crónicas y defunciones en Nicaragua. Este padecimiento se da cuando ambos riñones dejan de funcionar y no pueden eliminar los desperdicios o el agua adicional de la sangre, o mantener en equilibrio las sustancias químicas del cuerpo.
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ToggleLa insufiencia renal se desarrolla con el paso del tiempo
Los síntomas de insuficiencia renal tanto aguda como grave se presentan repentinamente, lo que la hace una enfermedad que avanza de manera silenciosa, asegura un especialista.
“En el hospital son cada vez más pacientes que son diagnosticados con insuficiencia renal, comúnmente en las edades de 34 a 60 años, el daño renal suele avanzar lentamente”, dice el nefrólogo capitalino Carlos Manríquez.
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Según el especialista, durante los últimos seis meses ha tratado a más pacientes con insuficiencia renal crónica que el año pasado. “Una vez que vaya avanzando la enfermedad, el paciente puede presentar náuseas, vómitos, pérdida de apetito, debilidad, mucha fatiga, problemas para poder conciliar el sueño, espasmos, problemas en la orina entre otros”, explicó.
Vivir con Insuficiencia renal crónica
“Tengo insuficiencia renal crónica y me la diagnosticaron hace cinco años, ha sido un proceso muy difícil para mi familia y para mí, porque tengo que comprar medicamentos, cuidarme demasiado en mi alimentación e ir al hospital al menos tres veces a la semana para hacerme la hemodiálisis que es un proceso bastante doloroso”, contó Marvin Sandoval, quien trabajó durante varios años como cortador de caña en una empresa ubicada en el municipio de Rivas.
“Primeramente hacemos una serie de análisis para ver si el paciente es apto para poder pasar por el tratamiento de la hemodiálisis, hay demasiados pacientes que prefieren no someterse a la hemodiálisis y prefieren esperar a morir, sin darle oportunidad al tratamiento, pero hay muchos que ya los dos riñones no están funcionando y padecen de otras enfermedades como la hipertensión, el corazón o de diabetes y lamentablemente algunos no podrían pasar por ese proceso”, refería Manríquez.
Según el Mapa Nacional de la Salud en Nicaragua en el año 2023 la tasa de diagnósticos de IRC fue de 41.1% por cada diez mil habitantes.
Familia atacada por IRC
Manríquez señala que las personas que padecen de diabetes y de hipertensión son los pacientes más vulnerables ante la insuficiencia renal. La otra causa es que el mal puede ser hereditario. “Las personas que tienen un pariente cercano que haya sido diagnosticado con insuficiencia renal tiene más probabilidades de padecerla”, dijo el médico.
Para una familia del municipio de Potosí en Rivas ha sido difícil enfrentarse a esta enfermedad ya que dos miembros de la familia han fallecido recientemente por insuficiencia renal y otra persona más ha sido diagnosticada con esta enfermedad crónica y mortal.
Jose Rayo habitante del municipio de Potosí tiene la edad de 40 años y fue diagnosticado con IRC, hace aproximadamente tres años, según especialistas que lo atendieron. Le aseguraron que su enfermedad podría deberse al estilo de vida y trabajo que llevaba.
La importancia se recibir tratamiento
“Yo he trabajado toda mi vida como cortador de caña en el ingenio azucarero de Rivas, y cuando se dan cuenta de que estas enfermo sos una carga más para ellos pese al montón de años que les has ofrecido. Mi mamá falleció en el 2022 de insuficiencia renal, y el año pasado murió mi hermana, ambas no quisieron pasar por el proceso de hemodiálisis pero yo sí, pese a que tengo que viajar al hospital de Rivas, dos veces a la semana y a veces hasta tres, pero estoy vivo gracias a Dios y a la hemodiálisis”, refería Rayo.
José asegura que con su mamá y su hermana, pasaron momentos muy difíciles. Su mamá Flora Morales Villagra, se negó rotundamente a hacerse el tratamiento. Contó que en cuanto fue diagnosticada con esta enfermedad a los tres meses falleció.
“Mi mamá se deprimió y no quería comer. Los dolores eran a cada momento y mi hermana pasó algo similar, al principio los doctores le hicieron todos los exámenes posibles para saber si era apta para la hemodiálisis, y los galenos dijeron que sí, pero luego le hicieron más exámenes y dijeron que era muy tarde”, recuerda Rayo.