En el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, colectivos feministas denuncian el alarmante incremento de la violencia de género y la inacción de los gobiernos para garantizar justicia y protección.
Desde Costa Rica feministas nicaragüenses y costarricenses unieron fuerzas para visibilizar una realidad que sigue arrebatando vidas de mujeres, niñas y mujeres trans. Los comunicados de las organizaciones destacan el vínculo entre la violencia patriarcal, la impunidad estatal y las condiciones estructurales de pobreza y desigualdad.
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ToggleLa crisis de Violencia en Nicaragua: un Estado que revictimiza
Entre enero y noviembre de 2024, el Observatorio Voces Contra la Violencia de Católicas por el Derecho Decidir, reportó 76 femicidios de mujeres y niñas nicaragüenses, 57 dentro de Nicaragua, 19 en contexto migratorio. Dejando como resultado también 107 menores en la orfandad. Solo una fracción de los casos ha recibido justicia efectiva.
La Articulación de Movimientos Sociales hace eco de estos datos indicando que lejos de disminuir los femicidios “se han convertido en una alarma contante que afecta a las familias y comunidades, mientras las instituciones estatales ignoran o minimizan esta crisis, incumpliendo su deber de prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género.”
También destacó una violencia directa contra mujeres que defienden derechos, periodistas, activistas y opositoras políticas, provocando exilios forzados, destierro y persecución. Además de la criminalización de sus liderazgos, buscando como “silenciar las voces críticas, desmantelar redes de apoyo y protección paralas víctimas de violencia”, dice La Articulación de Movimientos Sociales.
Otras organizaciones feministas de Nicaragua se sumaron a la denuncia de la perpetuación de la violencia de género en un contexto de represión política y retrocesos en los derechos de las mujeres. Según un comunicado emitido desde San José las feministas exiliadas.
“La violencia que ejercen las propias instituciones del estado represor, la violencia de imágenes y discursos que denigran a las mujeres y las acusas aun cuando sean las agredidas(…) nos han provocado daños que no siempre se ven a simple vista”.
Las activistas señalaron la falta de compromiso del gobierno nicaragüenses para aplicar la convención de Belem do Pará, un instrumento internacional que obliga a los Estados a prevenir la violencia, proteger a víctimas y garantizar justicia.
“Poco podemos esperar las nicaragüenses de un estado que oculta las cifras de la violencia, que otorga perdones a agresores con condenas firmes(…) que persigue, clausura y confisca los bienes de las organizaciones de mujeres”.
A pesar de las restricciones para manifestarse en las calles de Nicaragua, el movimiento feminista reafirmó su determinación de construir redes de resistencia y esperanza desde el exilio y otros espacios de lucha.
Costa Rica: Un llamado urgente a la emergencia nacional
Por su parte, los colectivos feministas costarricense emitieron un fuerte pronunciamiento sobre la escalada de violencia en su país. Con 21 femicidios y cerca de 70 muertes violentas de mujeres registradas este año, además de crímenes de odio contra mujeres trans, las cifras evidencian unas crisis humanitarias ignorada por las autoridades.
“La violencia de género ha alcanzado niveles alarmantes(…) exigimos la declaración de emergencia nacional por violencia hacia las mujeres por parte del gobierno”.
El comunicado también critica la instrumentalización política del Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) cuya capacidad de acción ha sido debilitas por recortes presupuestarios y decisiones políticas.
“La inacción del Estado costarricense ha dejado en evidencia una falta de cumplimiento de sus obligaciones en materia de prevención, atención y justicia”.
Los colectivos feministas coinciden en señalar la violencia patriarcal como un problema estructural, reforzado por el sistema capitalista, la pobreza y la desigualdad.
Desde las calles de San José, donde las feministas costarricenses y exiliadas nicaragüenses convocaron a la gran marcha se ha refirmado el compromiso con un futuro libre de violencia, libres de miedo y opresión.