Especialista no ve que esto cambie en 2024. Asegura que mientras haya un Obispo preso, un clero silenciado y los santos sean confinados en sus templos, la crisis continuará. “Quieren desaparecer a una iglesia que ha visto pasar el féretro sus enemigos y ora por ellos, esa, es una batalla perdida”, señala un religioso.
Este año que está por terminar, la iglesia Católica nicaragüense sufrió más ataques gubernamentales que lo que pudo haber sufrido en los años 80, la llamada “década oscura” que gobernó Daniel Ortega, el mismo verdugo que ahora los asedia, confisca, expulsa y encarcela.
“Ha sido el peor año para la iglesia”, dice un integrante del clero que pide hablar con su nombre bajo reserva. El régimen llegó a tal que no solo procesó a sacerdotes por cometer supuestos delitos comunes como violación a menores, violencia contra la mujer, les acuñó también delitos políticos como traición a la patria y económicos como lavado de dinero. Por esto último, en mayo pasado, hasta les congeló las cuentas a todas las diócesis del país.
“El resultado de las investigaciones confirmó la sustracción ilegal de recursos de cuentas bancarias que se había ordenado por Ley congelar, así como otros ilícitos que todavía están siendo investigados”, indicó en un comunicado la Policía que obedece ciegamente al régimen que la obliga a mentir, a imputar falsos delitos, secuestrar y cometer actos contra los derechos humanos de todos los nicaragüenses.
“2023 ha sido el peor año para la iglesia Católica en comparación a los otros años”, señala por su lado la abogada e investigadora Martha Patricia Molina, coincidiendo con el religioso. Molina destaca que la represión sufrida en este año, no se compara con la que sufrió meses posteriores al estallido social de abril de 2018, cuando el régimen, le declaró un guerra frontal a la iglesia y así lo expuso en su estudio “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?”.
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ToggleTerror contra la fe de la iglesia Católica nicaragüense
La investigación de Molina mostró resultados estremecedores. Contabilizó por ejemplo, 667 ataques a la iglesia en el periodo de abril de 2018 a agosto de 2023.
Entre estos destacan: el excarcelamiento que encubre el destierro a Estados Unidos y desnacionalización en febrero pasado de cuatro sacerdotes, un diácono, dos seminaristas y un laico, todos de la Diócesis de Matagalpa, cuyo Obispo, monseñor Rolando Álvarez, fue condenado un día después de la expulsión de sus colaboradores a 26 años y cuatro meses de cárcel.
“76 religiosas y seis religiosos han sido expulsados, a 23 religiosos y siete religiosas se les ha prohibido la entrada al país y 31 religiosos se han exiliado porque la vida de ellos estaba en peligro en Nicaragua”, agrega el informe.
El estudio de Molina dio a conocer que en ese periodo solo la Arquidiócesis de Managua, conformada por 114 parroquias fue víctima de 242 ataques y que en un segundo lugar, se ubica a la Diócesis de Matagalpa, integrada por 28 parroquias con 144 hostilidades.
Parte de las agresiones también fue la prohibición de 3 mil 176 procesiones, las cuales fueron canceladas en Semana Santa de este año. El régimen además ordenó que no se hicieran más procesiones en todo el país por las festividades patronales en los diferentes municipios, forzando a los feligreses a expresar su fe dentro de los templos.
Más sacerdotes desterrados
El régimen siguió sumando más datos represivos. El 18 de octubre reciente desterró hacia Roma a los sacerdotes; Manuel Salvador García Rodríguez, José Leonardo Urbina Rodríguez, Jaime Iván Montesinos Sauceda, Fernando Israel Zamora Silva, Osman José Amador Guillén, Julio Ricardo Norori Jiménez, Cristóbal Reynaldo Gadea Velásquez, Álvaro José Toledo Amador, José Iván Centeno Tercero, Pastor Eugenio Rodríguez Benavidez, Yessner Cipriano Pineda Meneses y Ramón Angulo Reyes.
Los religiosos habían sido encarcelados arbitrariamente y permanecieron varios meses en la cárcel, tras ser procesados por delitos comunes y políticos. Algunos ya tenían condenas de más de cinco años de cárcel, algo que ni siquiera ocurrió con la dictadura de la familia Somoza.
Se hacen de un buen botín
En su intento por sepultar todas las formas de manifestación religiosa, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, mandó a cancelar la personería jurídica de 342 organismos de índole religiosa entre el año 2019 hasta noviembre de este 2023, según datos del informe “Ataques a la Libertad Religiosa con énfasis en la Comunidad Católica de Nicaragua”, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.
El organismo especificó que de este total, 256 son organizaciones evangélicas, 43 son católicas y 43 de otras creencias. Entre los tipos de organizaciones están: humanitarias, centros educativos de primaria y secundaria, universidades e institutos de formación de fe. El régimen se quedó con los bienes confiscados tras las ilegalizaciones.
¿Qué le espera a la iglesia en 2024?
El país vive un desalentador panorama en el ámbito de la libertad religiosa que ha empeorado en los últimos cinco años, los mismos que Nicaragua cumple sumergida en una profunda crisis social y política. La abogada Martha Patricia Molina no es optimista al respecto, pronostica que el 2024, tampoco le irá bien a la fe Católica.
“Las perspectivas para la iglesia Católica de Nicaragua son de mayor represión y profundización de la persecución hasta incluso, llegar a un nivel de desaparición de la iglesia”, lamentó Molina.
La investigadora explicó que sostiene este planteamiento basado en cuatro realidades. “La primera es que hay orden expresa en (la Dirección de) Migración de no dejar entrar a ningún religioso al país, en segundo lugar, por la prohibición de las procesiones y las actividades relacionadas a la gritería de la Madre de Dios, que fue algo muy reciente y que era una fiesta tradicional de los nicaragüenses”, señaló.
Agregó que la otra realidad es “la permanencia de un Obispo en prisión condenado a más de 26 años de cárcel, un Obispo en el exilio y finalmente por una Conferencia Episcopal (obispos) silenciada y con miedo”.
La experta exalta el papel fundamental de la iglesia Católica en Nicaragua que ha defendido con altos costos, los derechos humanos de los nicaragüenses en un contexto de deterioro severo de las libertades públicas e individuales.
“La voz crítica de la institución y de sus pastores provocó la furia de los dictadores a tal punto de que ellos, hoy se proponen exterminar las expresiones de la fe católica a nivel nacional, por supuesto esa, ya es una guerra que ya perdieron. Esta iglesia, ha visto pasar por sus templos los féretros de sus enemigos y ha orado por ellos”, dice por su lado el religioso.