Por: Redacción Intertextual/ contacto@intertextualcr.com
A prisión perpetua revisable, fue sentenciado el femicida matagalpino Óscar Manuel García Flores, de 42 años, quien que por más de un año, evadió la justicia, ocultándose, en un hoyo que hizo en una habitación de la casa de su mamá.
La sentencia dictada por la juez Primero de Distrito Penal Especializado en Violencia de Matagalpa, María Esther Altamirano, fue publicada en el Sistema Electrónico del Poder Judicial el 13 de abril.
García Flores, privó la vida de su pareja Raquel Salinas Barahona de 35 años (Q.E.P.D.), la madrugada del primero de junio del 2021 en la comunidad Santa Emilia del municipio de Matagalpa.
Ella ya lo había denunciado el 15 de mayo del 2017 por violencia psicológica y física, ya que desde el 2002 era víctima de las agresiones físicas y verbales por parte de García Flores, padre de sus dos hijas.
Aunque en esa ocasión, la causa avanzó a paso lento, una juez lo condenó el 22 de octubre del 2019 a 2 años y 8 meses de cárcel por violencia psicológica y física.
En ese momento García Flores, también fue procesado por el delito de robo en los juzgados de Matagalpa y fue condenado a 4 años y 6 meses de cárcel, por lo que la juez de Ejecución de Sentencia y Vigilancia Penitenciaria de Matagalpa, determinó que por ambas sentencias, García Flores, debía permanecer en prisión hasta el 6 de enero del 2026.
Sin embargo el 13 de mayo del 2020, fue liberado gracias a un indulto presidencial, sin siquiera haber cumplido un año de cárcel.
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Lo peor llegó un año y 18 días después de la liberación, cuando García Flores, ingresó la madrugada del primero de junio de manera clandestina a la casa de la víctima y aprovechó que se encontraba dormida para colocarle en el cuello una sábana blanca, para después privarle la vida por asfixia mecánica.
Un día antes, García Flores la había agredido brutalmente y una hermana de él, llegó a la casa a auxiliarla cuando la víctima se encontraba inconsciente producto de la golpes que le propinó.
Salinas al lograr reincorporarse con ayuda de su cuñada Yerika García Flores, le manifestó al femicida que se fuera de su casa, sin imaginarse que llegaría a matarla en horas de la madrugada.
Tras cometer el crimen, huyó del lugar en dirección a Jinotega, pero luego regresó a la comunidad Santa Emilia y se alojó en la casa de su mamá y para evitar que las personas que llegaban a la casa lo vieran, hijo un hoyo de bajo de su cama, para esconderse cada vez que era necesario.