El porofesor de Ingles Jaksmeer Jirón jugó un papel activo durante las protestas sociales del 2018 que se realizaron en Tipitapa. Estuvo cerca de Richard Pavón primer joven asesinado de la crisis que no termina en Nicaragua.
Desde joven Jaksmeer Jirón se involucró en la política, porque consideraba la libertad del individuo como uno de los bienes más importantes del ser humano y desde ese campo la ha defendido. Es también un cristiano creyente y por años predicó también la palabra de Dios en comunidades de Tipitapa. Se manifesto en contra de la dictadura de Daniel Ortega y fue testigo de la muerte por asesinato de ,Richard Pavón ,, como la de muchos jóvenes heridos.
Antes de cumplir los 30 años que ahora tiene, cree que su vida cambió para siempre cuando en 2018, él como muchos jóvenes, sintieron el llamado a defender la libertad en la que creían y la justicia de la que habían leído en las sagradas escrituras. “No podía ignorar lo que pasaba en Nicaragua”, se justifica. “Pedir justicia, y no es malo, porque Dios es justicia”, dice.
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Entendió que las luchas de abril de 2018, era entre un represor que tiene secuestrado al país entero y un pueblo que se resiste al sometimiento. “Había que defender la libertad, exigir justicia, democracia, paz”, asegura.
De modo que al ver a la gente de su pueblo tomar las calles y enfrentarse al mal, no dudó en integrarse a la rebelión cívica, cómo lo hicieron miles de nicaragüenses en todo el país. Asegura que bien pudo quedarse encerrado en casa, confiado en que otros defendieran lo que él creía, pero no, estaba convencido que debía estar ahí.
“Recuerdo que el 19 de abril, desde la página del partido Ciudadanos por la Libertad, CxL, convocamos al pueblo de Tipitapa a manifestarnos en el empalme del municipio, y luego marchamos a la delegación del Seguro Social, donde fuimos recibidos con disparos de armas de fuego y morteros”, recordó.
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Ese día, recuerda que los manifestantes se replegaron a las inmediaciones de la alcaldía sandinista que sigue dirigiendo César Vázquez, donde los agentes policiales del régimen y los paramilitares del partido sandinista, empezaron a disparar contra los opositores.
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“Yo estaba a pocos metros del joven Richard Pavón, cuando un proyectil que salió de la alcaldía acabó con su vida”, dice Jirón que por entonces, se ganaba la vida dando clases como profesor horario de inglés en dos colegios de secundaria. Pavón fue el primer joven asesinado de aquel levantamiento al que el dictador Daniel Ortega respondió con balas. Pavón fue el primero, tres meses después serían 200, después 250, hasta llegar a 355, según los informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH.
“A pesar del terror vivido, al día siguiente seguimos con las protestas donde fueron asesinados otros jóvenes del municipio. Lo de Pavón estremeció Tipitapa, después, enterrar a jóvenes era como un golpe de cada día. Fueron días horribles”, contó el docente ahora en el exilio.
Secuestrado y golpeado por paramilitares
El régimen sandinista logró aplastar las protestas sociales con el uso de las fuerzas policiales y paramilitares, pero eso no detuvo al profesor de inglés Jackmer Jirón que mantuvo siempre su lucha por la vía democrática desde su militancia en el extinto partido CxL.
En el año 2021, fue de los que defendió que el régimen sandinista debía abandonar el poder a través de unas elecciones justas y transparentes. Para lograr ese objetivo, se dedicó a trabajar en el fortalecimiento de las bases de su organización política y su tendido electoral como lo hicieron otros líderes de CxL en otros municipios.
“Recuerdo que en ese año yo me movilizaba en mi motocicleta a los barrios y comunidades de Tipitapa, pero siempre era vigilado, y amenazado por los efectivos policiales que se encargaban de tomar fotografías, sin embargo, me mantenía en la lucha”, detalló el opositor.
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En septiembre deL 2022, lo secuestraron cinco sujetos que se movilizaban a bordo de una camioneta Hilux, en las inmediaciones de los semáforos del Mercado “Iván Montenegro” de Managua. Ese día iba a bordo de su motocicleta a impartir clases de inglés en el Centro de Estudios Computarizados de Nicaragua, cuando escuchó que le hablaron desde la camioneta. Por un instante pensó que le pedían una dirección, pero repentinamente interceptaron su paso y se lo llevaron.
“Los sujetos se identificaron como policías voluntarios, y me dijeron que estaba siendo investigado por organizar actos en contra del gobierno. Me trasladaron a una casa, vendado. Después supe que la vivienda estaba en Villa Reconciliación”, cuenta el maestro opositor.
En ese lugar estuvo tres días. Pensó que no saldría vivo. Recuerda que le metían la cabeza a unos barriles de agua helada como amenaza que cada vez estaría más tiempo y que lo ahogarían si no contestaba lo que preguntaban. “Me preguntaban: ¿Quiénes te financian para organizar a los ciudadanos? Yo les decía que todo el trabajo era voluntario, porque era opositor y militaba en un partido político que todos conocían”, contó.
Libre bajo amenazas
A los tres días de su secuestro, lo liberaron bajo amenazas. Le dijeron que lo iban a llevar preso “desde donde estuviera” si seguía organizando a opositores en contra del gobierno. Ese mismo año, despojaron de la personería jurídica a su partido y apresaron a los políticos que aspiraban a competir contra Ortega en los comicios generales de 2021.
Tras la detención de los opositores Cristiana Chamorro, Félix Maradiaga, Medardo Mairena, Miguel Mora y Juan Sebastián Chamorro, supo que la policía del régimen preparaba un caso en su contra por los supuesto delitos de divulgación de noticias falsas y menoscabo a la integridad nacional, lo que lo obligó a dejar el país y se exilió en Estados Unidos.
Por entonces impartía clases de inglés en el Colegio Millennium San Pablo Apóstol de Tipitapa y el Centro de Estudios Computarizados de Nicaragua. Los fines de semana, visitaba comunidades rurales de Tipitapa dónde predicaba la palabra de Dios como misión de la iglesia evangélica a la que pertenecía. Todo eso se quedó atrás.
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El régimen lo seguía y asediaba, hasta que supo que girarían orden de captura en su contra. No tuvo tiempo de pensarlo ni de empacar, era irse o enfrentarse a una cárcel segura. Y lo hizo. Dejó a la familia convencido que era lo mejor entonces para salvaguardar la vida y la libertad.
En la actualidad, vive en Arizona donde apoya a otros migrantes que como él huyeron de la represión y sigue difundiendo su fe. “Añoro las calles de Tipitapa y ver por las tardes a las familias reuniéndose en las afueras de su casa, no pierdo la fe de regresar algún día. Es lo que todos los que estamos afuera anhelamos con fe”, señaló
El profesor de inglés admite que el exilio no ha sido difícil, pero vive libre y sigue luchando por mantenerse así. “Esperamos algún día que Nicaragua también sea libre”, dijo.