De aquella fecha hace 44 años y de aquella organización, no queda más que un régimen de terror sostenido por las armas de la Policía y el Ejército para preservar el poder de un clan familiar y un círculo de poder que se beneficia de ellos.
Por: Intertextual/ Voces en Libertad/ contacto@intertextualcr.com
La noticia, sencilla en su impacto, es enorme en simbolismo: por cuarto año consecutivo la celebración de la fiesta sandinista del 19 de julio no será en plaza abierta ante masas entusiastas. La dictadura Ortega-Murillo entronizada en Nicaragua, no se arriesga a departir con sus fanáticos y ha elegido una pequeña plaza de Managua bajo vigilancia y control absoluto.
La decisión, anunciada por el operador político del régimen en la alcaldía de Managua, el sancionado Fidel Moreno, anuncia que la fiesta del 19 de julio se realizará en la plaza de la “dignidad”, ubicada en un costado del antiguo estadio nacional de béisbol en Managua.
A todas luces, es un sitio pequeño, abierto y sujeto a amplia vigilancia de la policía y el ejército al servicio del régimen del dictador Daniel Ortega. Años antes, la fiesta del partido señalado de crímenes de lesa humanidad se celebraba en las dos plazas más grandes de Managua: Plaza de la Revolución y Plaza La Fe.
Sin embargo, desde el año 2019, Ortega y su clan se han venido separando de las fiestas masivas a plaza pública y ahora restringen la participación, eligen a quienes participan y obligan a fanáticos y empleados públicos a consumir las celebraciones desde la televisión en cadena.
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¿Qué queda del 19 de julio en Nicaragua?
Gonzalo Carrión, abogado del colectivo de derechos humanos Nicaragua Nunca Más, desde el exilio, comenta que de aquella fecha y aquella organización, no queda más que un régimen de terror sostenido por las armas de la policía y el ejército para preservar el poder de un clan familiar y un círculo de poder que se beneficia de ellos.
“Lo que hay 44 años después es una organización que tiene estructurada toda una maquinaria al servicio del poder, que se sostiene a punta del terror que provocan los fusiles de guerra en tiempos de paz”, dice Carrión.
A su criterio, esa organización llamada Frente Sandinista de Liberación Nacional “es una maquinaria organizada para en el poder a una dictadura familiar que se concentra en la familia Ortega Murillo y su círculo más allegado, que han sostenido desde el 2018 una sistemática, generalizada y extensa represión con graves violaciones a los derechos humanos”.
“Todo eso se resume en crímenes de lesa humanidad, todo eso bajo la responsabilidad de esa estructura de poder, ese partido es más bien una organización cuya principal objetivo es mantener esa maquinaria de poder, que hoy por hoy es un verdadero atentado contra el proyecto de vida de la mayoría de los nicaragüenses”, dice Carrión.
Una fiesta partidaria
Dos expertos más, uno historiador y excolaborador del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de la Universidad Centroamericana, desde Nicaragua, y un ex catedrático del Departamento de Comunicación Social de esa misma universidad, desde el exilio, enumeran las razones por las cuales consideran que el 19 de julio es una fiesta partidaria en similar decadencia que a su figura principal: Daniel Ortega, dictador de Nicaragua.
Ellos, por separado, encuentran siete hechos que contribuyen a considerar que los 19 de julio en Nicaragua cada vez están más decadentes.
Primero: de evento mundial a fiesta familiar restringida
El historiador comenta que la primera celebración del 19 de julio de 1979 fue una conmemoración nacional, la segunda y otras más, fueron verdaderos eventos internacionales.
“El 19 de julio de 1980, hasta 1985, fueron eventos de impacto mundial. Nicaragua era un atractivo internacional en la guerra fría que reunía a líderes y delegados internacionales enamorados de la revolución sandinista. Luego fue decayendo el encanto por la guerra civil de los sandinistas y sus abusos contra el pueblo y las grandes delegaciones mundiales fueron tomando distancia”, recuerda.
Segundo: de grandes delegaciones a pocos y desconocidos.
Escritores, periodistas, primeros ministros, presidentes, líderes internacionales, premios Nobel y toda suerte de políticos solían venir a celebrar a Nicaragua el 19 de julio en los años 80.
Ellos son parte de la historia. Ahora vienen personajes de poco peso, pero de excelente materia prima para memes.
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Aislado internacionalmente—por la represión provocada en 2018 — Ortega y Murillo, se hacen acompañar de gente como Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas, quien fue el gran protagonista del 19 de julio de 2022 y no por su discurso kilómetro y fuera de enfoque, sino porque terminó bailando con Rosario Murillo y sus familiares en el pequeño y restringido espacio de ese año. Como premio, el régimen condecoró con la Orden Augusto C. Sandino al inesperado bailarín de la familia Ortega-Murillo.
Tercero: de nueve comandantes, a uno
Para el excatedrático de comunicación de la UCA, la fiesta del 19 de julio era un verdadero “filete noticioso” para la prensa nacional e internacional, porque se procesaban los discursos y participación de nueve líderes que eran los nueve comandantes de la revolución.
En la actualidad, los 19 de julio se celebran ahora con un orador principal que es Daniel Ortega, porque de aquellos nueve comandantes que existían en los ochenta, solo quedan dos al lado del FSLN y uno de ellos, tiene derecho a voz en los actos.
Cuarto: un discurso, repetitivo y aburrido
La memoria del ex catedrático de comunicación de la UCA lleva a un cuarto ejemplo de la decadencia de los 19 de julio como fiesta partidaria del FSLN: la calidad del discurso.
“Antes los discursos eran de personas de mucho peso en la revolución, con diferentes datos y perspectivas, Ortega no era la voz principal como lo viene siendo desde hace años que privatizó la celebración del FSLN como un evento personal y familiar”, dice el historiador.
“Uno podía escuchar a Tomás Borge, a Sergio Ramírez o a Bayardo Arce que tenían más capacidad de oratoria y datos de interés que Ortega, ahora ya no, solo queda Ortega y su discurso es el mismo de hace 44 años: el imperialismo es el malo y nosotros, los sandinistas, las víctimas”.
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Quinto: De plazas abiertas a circuito cerrado
Las primeras celebraciones del 19 de julio fueron en la antigua plaza de la revolución y luego en los años 90, en la plaza de la Fe, con multitudinarias concentraciones.
De 2020 a la fecha, los actos son exclusivos, con personal seleccionado y uniformado con un guión establecido, nada espontáneo y todo bajo control y vigilancia.
Fuera de eso, los demás sandinistas deben consumir la fiesta partidaria desde donde se les oriente: marchas, mitines y caravanas.
Sexto: de asistencia voluntaria a cadena nacional
En los años ochenta, la asistencia de los nicaragüenses a las celebraciones del 19 de julio era organizadas y estrictas, pero no había obligación de escuchar los discursos de los participantes.
Ahora el régimen sandinista obliga a los nicaragüenses a escuchar sus disparatados discursos desde cadena nacional que incluye hasta la programación de cable y las radios y canales privados.
Pese a tener un poderío mediático con canales, portales y radios y cientos de periodistas empleados a favor del régimen, los niveles de audiencia de los discursos de Ortega y el 19 de julio siguen teniendo bajísimo rating.
“Es sencillo: los medios y periodistas oficiales no tienen credibilidad ni audiencia. Nadie escucha por simpatía, empatía o interés un discurso que se repite cada año, lleno de información falsa, insultos y amenazas”, dice el ex catedrático.
Séptimo: de celebrar el derrocamiento de una familia a celebrar el ascenso de otra
Los dos expertos coinciden en que el 19 de julio pasó de ser una efeméride nacional a un acto de rendir culto a la familia Ortega-Murillo.
En Nicaragua cada 19 de julio se conmemora un aniversario del fin de la dictadura somocista que gobernó Nicaragua durante 43 años.
Por aquel entonces, en 1979, las guerrillas sandinistas de izquierda derrotaron por las armas a la familia Somoza, entronada en el poder de forma dinástica.
Desde entonces la fecha fue considerada una efeméride como fiesta nacional bajo asueto, pero desde 2022 la dictadura familia Ortega-Murillo decretó la fecha como feriado nacional.
“Al final, la celebración se convirtió en el mismo motivo que dio origen al 19 de julio: de celebrar la caída de la familia Somoza a celebrar a la nueva dictadura de la familia Ortega-Murillo”, dice el historiador.