(EFE).- Miles de nicaragüenses participan este jueves en el inicio de la celebración en honor a Santo Domingo de Guzmán, las fiestas populares más multitudinarias de Nicaragua, en la que se mezclan devotos y pagadores de promesas, con curiosos y el consumo de alcohol.
La imagen, que mide 18 centímetros y está protegida por una urna de vidrio, abandonó este jueves a la 06:00 hora local su santuario habitual en Las Sierritas, al sur de Managua, y al caer la noche será depositada en un templo en el antiguo centro de la capital nicaragüense, donde permanecerá hasta el próximo 10 de agosto.
Las fiestas de Santo Domingo son de las más concurridas en Nicaragua e incluyen, además de la multitudinaria y lenta procesión de 10 kilómetros con la venerada imagen, desfiles hípicos, concursos populares, bailes y música folclórica.
El sacerdote de la parroquia de Santo Domingo, Boanerges Carballo, dio la bienvenida «a esta celebración a devotos y promesantes» del santo patrono.
Destacó que en «estas festividades se tejen un admirable y devoto mosaico de fe, cultura, tradición, alegría y piedad» y que las mismas «reflejan la grandeza de la piedad de los humildes y sencillos, que son el alma de muchas expresiones de gratitud».
La imagen de «Minguito», como le dicen los nicaragüenses, avanza resguardada por un fuerte cordón policial, por un comité de bailadores tradicionales y los promesantes, en procesión de peregrinación, según constató EFE.
Algunos promesantes iban vestidos con trajes de folclor, otros pintados con aceite negro usado de motor simulando ser esclavos africanos, y otros cargando réplicas del santo.
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ToggleEl mensaje del cardenal nicaragüense
Recorridos unos 300 metros, la alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, anfitriona de la fiesta, y el vicealcalde de la capital nicaragüense, Enrique Armas, cargaron y bailaron al santo al son de los filarmónicos bajo un fuerte dispositivo de seguridad.
La peregrinación, que dura unas 12 horas, se caracteriza por una tradición donde se mezclan rezos de pagadores de promesas con abundante consumo de alcohol y ritos católicos y paganos, y quema de pólvora.
El cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, elogió en la víspera a los abuelos y abuelas que han inculcado a sus nietos «ese amor» a Santo Domingo y mantener viva esta tradición.
«Esto (la festividad) va a seguir. ¡Tantos años de esta devoción y de esta peregrinación!», exclamó Brenes, también arzobispo de Managua.
El jerarca católico invitó a ir «por todo Managua» y anunciar «que hemos comenzado las fiestas en honor a Santo Domingo».
También predicar que el santo dejó como legado su amor incondicional a Jesucristo, y a la virgen María, y el rezo al Santo Rosario.
Diez días de fiestas
Durante la fiesta, los creyentes de todas las edades pagan sus promesas al santo, por ejemplo, caminando de rodillas, disfrazados de indígenas o esclavos africanos o untándose el cuerpo con aceite quemado.
También caminando con vendas en los ojos, regalando bebidas a otros promesantes o intentando tocar la imagen entre el mar de gente y el fuerte dispositivo policial.
Durante los próximos diez días, la capital nicaragüense vive un ambiente de jolgorio con estallido de petardos, música folclórica interpretada por bandas filarmónicas, llamadas «chicheros», y de las marimbas de arco que llegaron siglos atrás de África.
La Policía Nacional anunció estrictas medidas de seguridad para evitar incidentes, entre ellas la prohibición de todo tipo de armas, material explosivo y de envases de vidrio.
Las fiestas culminan el 10 de agosto, cuando la imagen es llevada nuevamente en medio de una multitud de creyentes hacia su altar en el santuario Las Sierritas, donde se guarda y venera el resto del año.
La tradición religiosa se remonta a 1885, cuando la imagen del santo se le apareció en el tronco de un árbol al leñador Vicente Aburto.