El juicio contra el chinandegano, Eleocadio Diaz Espino de 76 años, por el atroz asesinato de la adolescente de iniciales O.S.A.D., de 14 años, ocurrido la noche del pasado 20 de noviembre en la comarca Buena Vista del municipio de El Viejo, Chinandega, dejó en evidencia que se trató de un crimen de odio por la orientación sexual de la víctima.
El imputado hasta ya había dejado entrever ante pobladores de la comunidad que iba agredir a la víctima y en una expresión machista hasta refirió que la iba «hacer mujercita».
Díaz Espino, quien trató de desaparecer el cadáver de la víctima, prendiéndole fuego, fue declarado culpable por asesinato agravado y violación agravada en grado de tentativa por la juez suplente del juzgado de Distrito Penal Especializado en Violencia de Chinandega, Isabel Mayorga.
Tras el fallo de culpabilidad dictado el pasado 13 de marzo, la fiscalía solicitó prisión perpetua revisable por el asesinato agravado y 10 se años de cárcel por el delito de violación en grado de tentativa.
Diaz permamece en prisión preventiva a la espera de la sentencia condenatoria que le impondrá la judicial por este violento crimen de odio, que cometió con alevosía y ensañamiento.
El hecho se registró después de las 8 de la noche del 20 de noviembre, cuando la adolescente se dirigía a su casa ubicada en la comarca antes mencionado y al pasar por una zona oscura y despoblada fue interceptada por su verdugo, quien es tío de su mamá.
Sin importarle que pertenecían a la misma familia, Diaz trasladó a la fuerza a la adolescente hasta el rancho de una propiedad que él cuidaba, con la intensión de violarla.
En el trayecto la adolescente forcejeó con su agresor y al llegar al rancho, se defendió a como pudo para evitar que Diaz la agrediera sexualmente.
Ante la resistencia de la adolescente, Diaz procedió a golpearle la cabeza contra un pilar de madera, hasta causarle la muerte por trauma craneoencefálico severo, según el dictamen de medicina forense.
Amparado en la oscuridad de la noche, procedió posteriormente a trasladar el cuerpo a la orilla de un árbol, donde lo roció de gasolina y le colocó ramas y hojas secas, junto con trozos de llantas y luego le prendió fuego.
Pero como el cuerpo no se calcinó en su totalidad, Diaz colocó en un saco los huesos y tejidos del cuerpo que aún estaban expuestos y los lanzó en un hoyo con agua.