El mal afecta el crecimiento y puede provocar secuelas para toda la vida. El Mined no parece estar preparado para lidiar con los casos, por lo que padres que lo han vívido, recomiendan buscar ayuda rápidamente.
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De forma muy silenciosa hay un mal que cada vez es más frecuente en niños de siete años a más y que de no atenderse a tiempo, puede dejar secuelas en el tiempo. Se trata del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, (TDAH).
Para muchos padres se trata de un mal totalmente desconocido, pero otros, que ya han tenido la experiencia, comparten que los diagnósticos son en estos últimos años más comunes que en los anteriores. Por ejemplo, en 2016, el sistema de salud de Nicaragua registraba de uno a dos niños en una aula de 50 menores como promedio.
Recientemente, el registro pudo haber aumentado a entre cuatro y hasta cinco niños por aula, según médicos independientes. El sistema estatal, no actualiza la información relacionada a la prevalencia del trastorno, pero los médicos señalan que la condición, se ha estado presentando con mayor regularidad en niños menores de siete años y aún en adolescentes que no fueron atendidos a tiempo.
Un paciente con TDAH padece un trastorno en su neurodesarrollo, tiene problemas para prestar atención y se distrae con mucha facilidad, además, sienten la necesidad de estar siempre en movimiento y muy a menudo no pueden controlar sus acciones o palabras. Es decir, son distraídos, hiperactivos e impulsivos.
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ToggleDetectado el TDAH en la escuela y en casa
Debido a la falta de una política de información en beneficio de la población del país, a los especialistas independientes les es difícil abordar el tema con estadísticas oficiales. Se cree por ejemplo, que el 5% de la población infantil-juvenil, presenta síntomas propios del trastorno. “Es una condición muy difícil eso sí”, dice un padre de familia.
Algunos de sus síntomas son detectados en el aula de clases, sin embargo, hay casos que se han confirmado tras surgir una preocupación sobre el comportamiento del menor en casa. De acuerdo a una psicóloga experta en pedagogía infantil, que pidió abordar el tema solo si se protegía su identidad, hace algunas semanas en su oficina atiende por día de tres a cinco casos de niños con trastorno de TDAH.
“Desde finales del año pasado y comienzos de este, hemos dado acompañamiento a varios padres de familia que buscan ayuda especializada para tratar a sus niños con este mal”, dice la especialista.
“También ha aumentado en gran medida los casos de autismo, generalmente los padres de familia desconocen este tipo de enfermedades neurológicas y es donde abren paso a que la enfermedad o trastorno se haga más difícil de tratar con el paso de los años”, señala la experta graduada en la Universidad Autónoma de Nicaragua, UNAN-Managua.
La especialista explicó que una de las cualidades que posee este trastorno, es que se reconoce en sus primeros años escolares, debido a que los niños con este tipo de padecimiento, muestran problemas de aprendizaje, se les torna difícil el entorno social y la interacción con los demás. “A ellos se les dificulta aprender rápido y tienen bajo rendimiento escolar”, advierte.
Mucha ignorancia y preocupación de OMS
Aunque medios del gobierno han abordado el TDAH como un tema conocido por el Ministerio de Educación, Mined, la experta tiene la certeza que la entidad estatal tiene muy pocas herramientas para atender los casos. “Falta conocimientos y estrategias, les falta especialistas”, reitera.
Un neurólogo pediatra de apellido Zambrano, aclara un mito que hay alrededor de este trastorno. “Se cree que afecta más a varones que a niñas, eso no es cierto”, dice.
“La Organización Mundial de la Salud, OMS, advierte que entre el cuatro y el 5% de los niños sufren este trastorno. Lo recomendable es que el padre o la madre busquen ayuda, vayan donde un especialista, ya que al no ser tratado o identificado el problema, puede ocasionar al pequeño paciente serios problemas en el aula de clases”, dijo.
Para una madre de familia del departamento de Rivas acompañar a su hijo con este padecimiento ha sido difícil. Para ella es un tema complicado, más por lo desconocido.
La madre de 35 años, contó para este reporte que su hijo de nueve años de edad estaba sufriendo bullying de parte de sus compañeros de clases que se burlaban de él por su déficit. Ella se quejó además del hecho, que su hijo, no recibió el trato que requería de parte de la docente y demás autoridades de un colegio privado del municipio.
“A mi hijo me lo discriminaban, lo maltrataban. La docente nunca se percató de que algo andaba mal. LLegó a decirme que era posible que mi hijo padeciera de alguna lesión en el cerebro, y no lo hizo en el tono profesional que el problema requería, fue burlesca y muy ofensiva. Fue decepcionante”, se quejó.
Una maestra de educación pública admite que poco conocen del tema y que el Mined no las ha capacitado para enfrentar una situación como la que provoca este trastorno.
“Muchas veces esa es una condición ignorada por completo”, señala. “Creo que debemos estar alertas y ante una situación como esa recomendar a un especialista para tener la certeza de un diagnóstico, ahí fallamos como profesionales si no lo hacemos”, explica.
Lo que viene con el diagnóstico del TDAH
Madeling Lacayo es otra madre, cuya hija fue diagnosticada con el TDAH. Contó que cuando la menor cumplió cuatro años y no hablaba, empezaron a preocuparse. El problema es que no tenían los recursos para llevarla donde un especialista para que la examinara. Ella se gana la vida en una zona franca y el papá de la niña es guarda de seguridad.
Cuando ingresó a clases, pidió ayuda a los psicólogos del centro educativo. Ellos la trataron y concluyeron que no había de qué preocuparse y que se ´corregiría´ en tanto creciera. “Estaba claro que no eran términos de especialistas y que no estaban ni preparados para recomendar a un experto, menos para tratar el tema desde sus oficinas”, admitió la madre.
Preocupada Lacayo, hizo un préstamo para costear los servicios de expertos en el tema. “Eso complicaba la economía familiar, pero era necesario. Temía que empeorara. Ya con el diagnóstico, nos pusimos en manos del médico para obtener el tratamiento que requería”, dijo Lacayo.
La madre recomendó al Mined tomar notas de estas experiencias y contar con especialistas que puedan detectar el TDAH y atenderlo. “Se necesita una atención especializada y oportuna en las aulas de clases con niños que sufren de este trastorno”, aconsejó.
“Para tener certeza de lo que le pasaba a mi hija gastamos mucho dinero y después vino el tratamiento, medicinas y visitas a la especialista tres veces a la semana, pero tenemos la fe en Dios de que mi hija se recupere”, compartió la madre.
Las causa y los síntomas
Los médicos dicen que el TDAH, es un trastorno que afecta la capacidad para que el paciente permanezca concentrado y tenga autocontrol. Dicha condición es causada por diferencias en la anatomía cerebral y sus conexiones.
“No sabemos con exactitud las causas del TDAH, pero se cree que está directamente relacionado con un componente genético importante. Existen estudios que consideran hasta un 76% de posibilidad de que los hijos de una persona que no fue tratada a tiempo y que haya padecido este trastorno, desarrolle de la misma condición”, dice una neuróloga.
Los síntomas del TDAH en niños son diversos, pero los más comunes suelen ser fácil de detectar: problemas evidentes de relación social, bajo rendimiento escolar e hiperactividad se cuentan entre ellos. “Los menores pueden mantener un estado de excitación constante y continua, hablan mucho en clases, es inquieto, salta o corre en momentos en que debe estar calmado. Ya son señales de alerta”, dice Zambrano.
“Mi hijo sufrió maltrato porque no se entendía el padecimiento”, dice Rosibel Castillo madre del menor en tratamiento.
“Ahora no solo un niño, sino hasta tres niños en varias aulas lo padecen y el colegio ha tenido que recomendar a sus padres buscar ayuda fuera del centro porque tienen claro que no pueden atenderlos ellos. Gracias a Dios ahora hay una mayor conciencia de este tipo de padecimientos”, señala Castillo, madre del menor que cursa su cuarto grado.